El Sporting se ha plantado en la azotea de la Liga, donde el sol de septiembre luce mejor. Otra victoria por dos a uno en el Anfield del Piles, un recinto que irradia felicidad por todas sus costuras, coloca a las gentes del gran timonel en la tercera plaza, algo nunca soñado por las nuevas generaciones rojiblancas, algo que en sus tiempos fue algo habitual para los aficionados más o menos canosos. El partido de la matinal de ayer fue histórico por dos motivos: porque el Leganés, recién llegado a la gloria, encajó sus dos primeros goles y porque compareció un árbitro que no amonesta los agarrones en lo que se ignora si son nuevas normas o si forma parte de la ideología arbitral particular del vasco Vicandi. Por no hablar del otro partido, del que protagonizó el cuarto árbitro, de apellido con raigambre arbitral, Rodríguez Santiago, que mostró modales y posturas de pistolero del Oeste: piernas abiertas, arqueadas y manos cerca de las cartucheras.

Con todo esto, damas y caballeros, señoras y señores diputados, el Sporting se encarama en el tercer puesto, un sitio bien lucido tras un partido con dos caras y que deja una convicción: con Nacho Cases se juega mejor. El pequeño gran centrocampista movió a los suyos con mano maestra en un primer tiempo primoroso ante un rival duro de pelar, peleón en todas las zonas del campo y con un admirable orden.

Pero las molestias físicas obligaron a un cambio temprano en la segunda parte, periodo en el que el Sporting ya fue otra cosa, un equipo sin balón y sin llegadas a la portería del irascible Serantes.

Sólo una ocasión de gol tras el descanso, con amenazas varias de los delanteros del sur de Madrid, encabezados por Guerrero, que trabajó como siempre, tocó menos balones que nunca y se fue jaleado por unas gradas que recuerdan y agradecen.

El Sporting que se ha colocado tercero, sólo detrás de un Real Madrid de récords y de un Sevilla aupado por un árbitro cobardica, es digno de estudio. Habrá que averiguar qué cosas pasan por la cabeza de sus futbolistas para pasar de la excelencia de la primera parte a la vulgaridad de la segunda. No todo va a ser la ausencia de Nacho Cases, uno de la casa que es el guía del equipo de los mil fichajes, todos recibidos como héroes. Y van tres jornadas. Las buenas gentes rojiblancas quieren que su Sporting sea el del primer tiempo, con orden, toque rápido de balón y decisión para irse al área rival y hacer dos goles como dos soles, el primero en fallo defensivo del buen Leganés y el otro en un penalti de libro en cuyo lanzamiento no hubo esta vez broma alguna: el goleador a por el balón y asunto resuelto.

La realidad indica que los rojiblancos caminan con paso firme en su campo donde se les espera para ese partido redondo que llena de felicidad a los seguidores, convencidos ya de que este equipo ha ganado en solidez y que cuenta con mejor margen de maniobra que en la temporada pasada. La excelente actuación del central Babin puede ser el síntoma más claro de esa mejora. Llegan ahora partidos cargados de trampas, pero desde las alturas de los siete puntos la vida se ve de color de rosa.