Cuando mejor estaba el Sporting y parecía que al Barcelona se le podía nublar la tarde, los rojiblancos bajaron ligeramente la guardia. Dos descuidos leves, en apenas tres minutos, algo que hubiera resultado inapreciable con cualquier otro rival, fueron toda una invitación para un gran depredador como el Barcelona, que se lanzó a por la presa con la voracidad del hambriento. El partido quizá quedó resuelto a la media hora, pero el paseíllo azulgrana tuvo que esperar a los últimos diez minutos, cuando un digno Sporting se quedó en inferioridad y los azulgrana tiraron de su instinto más primario para engordar sus estadísticas.

El resultado fue idéntico al del Vicente Calderón, pero el Sporting fue otro muy distinto. El equipo de ayer es el que quiere ver todo el sportinguismo, el mismo, aunque con otros jugadores, que ha llegado hasta aquí y del que siempre estuvo orgullosa una grada entregada. El Sporting de ayer presionó al Barcelona, discutió el partido durante media hora y se mantuvo en pie con enorme dignidad hasta el desplome final, cuando agotado y mermado por la expulsión de Lora entregó las armas definitivamente. Esto sí es lo que se espera del Sporting.

Nadie va a discutir la superioridad azulgrana, ni su dominio del balón y del encuentro. Sólo faltaba. Ter Stegen disfrutó de una plácida tarde otoñal en Asturias, donde sólo tuvo que sacudirse un disparo con la izquierda de Víctor Rodríguez. La pegada fue la gran diferencia. El Barcelona marcó todas sus ocasiones, sin que haya que reprocharle nada a Cuéllar. Pero los azulgrana maduraron el partido a fuego lento, con un ritmo cansino y muchos jugadores al paso. El balón se aceleraba cuando llegaba a los pies de Neymar y se envenenaba cada vez que Sergi Roberto (pedazo de jugador) se infiltraban en las líneas rojiblancas.

El fútbol castigó ayer con severidad a un buen Sporting que llegó hasta donde pudo. Y pudo llegar más lejos de no ser por dos errores defensivos de bulto que decantaron el encuentro del lado visitante. No cedieron los rojiblancos que volvieron estimulados del descanso y apretaron al Barcelona. La acción se desplazó al campo azulgrana en el segundo tiempo, sin que los de Luis Enrique vieran peligrar el marcador. Otro lance desafortunado, como fue la expulsión de Lora, provocó el desplome final. Cedió el Sporting que acabó goleado y aunque es evidente que el resultado escuece, la imagen queda restaurada.

El Sporting de ayer tiene mucho que decir en La Coruña y en el resto de la competición. El esplendor del gran inicio de liga ha recibido un baño de realidad en una semana. A veces es bueno que alguien te ponga en tu sitio. El objetivo tiene que ser la permanencia, sí, pero la idea es que el sitio del Sporting esté en una zona algo más tranquila, en la que no se perciba el ruido de sables habitual de la última jornada. La goleada ante el Barça deja un Sporting digno y prometedor, un equipo que no se vio en el Calderón ni en Vigo. Un Sporting con el que es fácil identificarse.

Abelardo sacó un equipo plagado de titulares. Jorge Meré volvió a formar una sólida pareja con Amorebieta y la novedad fue que Lora ocupó esta vez la banda izquierda para que Lillo se fajase con Neymar. Volvieron Nacho Cases y Moi Gómez y con ellos regresó el fútbol. El Sporting tuvo más sentido. También Burgui ocupó la izquierda con más filo que el mostrado antes de su suplencia. El chico ha mejorado con balón, pero sigue obviando el espacio a su espalda, donde ayer se agigantó la figura de Sergi Roberto.

Abelardo ordenó una presión alta que descolocó al Barcelona. Luis Enrique descolgó a Busquets entre los dos centrales, dio vuelo a los laterales y mandó a Rafinha reforzar el centro del campo y las vías de abastecimiento a los dos depredadores. Durante media hora, el Sporting fue un equipo vigoroso, que no vio peligrar su integridad. Bastó un error en la salida de balón y un fuera de juego mal tirado para empinar el encuentro. El segundo golpe llegó de inmediato por el flanco débil que, una vez más, fue la banda izquierda.

El equipo volvió revitalizado del descanso y dominó al Barcelona durante la primera media hora del segundo tiempo. El Barça salió a la contra en muchas fases del partido. En el resto, jugó a bajas revoluciones. Lo justo para tener controlado el escenario sin desgastarse demasiado. Hasta que llegó la expulsión de Lora y el chiringuito se vino abajo, como en el cuento cuando el lobo sopla.