Como lo principal era no perder, el resultado puede no ser malo. El Sporting vuelve a puntuar después de cinco partidos sin hacerlo y deja herido de muerte a un rival directo. La famosa dinámica ya se ha roto. El punto no saca de pobre al Sporting, que se vuelve a Asturias con los ojos como platos por la impresión que deja la ocasión postrera que desperdiciaron sus delanteros en el tiempo añadido. El fútbol le brindó a los rojiblancos la ocasión de resarcirse de la derrota en Riazor, pero el Sporting no acertó a aprovecharla.

Quizá muchos firmasen el punto antes del inicio del choque. Más discutible es la propuesta. Pobre hasta que salió Nacho Cases. Muy pobre. Tanto como la del Granada, un equipo que tiene mala pinta y que prescinde de Sergi Samper para tabicar el centro del campo. Hay que reconocerle a Abelardo que el equipo apenas pasó apuros y que las dos ocasiones más claras fueron las que marraron Carlos Castro y Cop. Cuéllar, es cierto, también hizo lo suyo, pero el Sporting no pareció peor que los nazaríes.

Falto lo de siempre. Fútbol y una pizca de ambición. Un mal común entre equipos de la zona baja. Sporting y Granada jugaron ayer atenazados por el miedo a perder y, claro, así es difícil ganar. Pero pudo hacerlo el Sporting, cuyos delanteros miraron en dos ocasiones a los ojos de Ochoa, que ni se inmutó. La gran noticia de la noche fue la presentación de Juan Rodríguez que jugó el primero de muchos partidos con el Sporting. Estuvo bien el chaval. También Meré, el mejor de largo. Una pareja de centrales que invita a soñar con un futuro mejor.

El Sporting pareció anoche un equipo mejor armado, con un matiz: el Granada tampoco le exigió como otros rivales. La emoción del partido vino por la enorme presión con que jugaban ambos equipos, que hicieron funambulismo sobre un fino alambre para minimizar los errores. El mayor sufrimiento de los rojiblancos llegó de nuevo a balón parado. Las estrategias defensivas van camino de convertirse en una enfermedad crónica. Vezo remató completamente solo. Otra vez.

Esta vez sí, el Sporting mejoró con los cambios. El Granada había vuelto lanzado del descanso y estaba apabullando a los rojiblancos. Abelardo cortó la hemorragia alistando a Nacho Cases. Visto el encuentro de ayer, la suplencia del gijonés resulta inexplicable (salvo que los inexistentes partes médicos dijeran lo contrario, que todo es posible). Con Cases sobre el césped, el Sporting se sacudió de un plumazo el dominio granadino y pasó a llevar el peso del encuentro. Fueron, de largo, los mejores minutos del equipo y en esa fase llegaron las mejores ocasiones.

Una dejada de Cop fue mejorada por Carlos Castro que se deshizo del asturiano Lombán, pero se le fue largo el último toque y no vio a Cop en posición franca. Ochoa sacó una mano prodigiosa. Con el tiempo vencido, el Sporting tuvo la última, que fue también la mejor, en una acción de estrategia. Ejecutó Moi, ganó Lillo y no hay explicación posible para el lío que se hicieron Borja Viguera y Duje Cop para que la ocasión se fuera al limbo.

El Sporting se fue con ese mal sabor de boca y suma un punto en un partido que no será recordado. Hubo pánico en el estadio, porque nadie quería perder. El empate favorece más al Sporting, que jugaba fuera y que llegaba en una situación menos dramática.

El Sporting recibe al Sevilla el sábado en otro partido que se anuncia duro. Abelardo recupera a Amorebieta y el equipo necesita volver a ganar en casa. El Sporting cerrará la jornada en puestos de descenso, pero al menos se detiene la hemorragia. La sensación es que a los rojiblancos se les escurrió entre los dedos una buena ocasión de superar a un rival directo. Quizá faltó un punto de ambición o quizá era mucho pedir en un partido con tantas cosas que perder. El empate puede subir la autoestima del grupo, pero se necesita una propuesta más firme para alejarse de la zona de riesgo.