Javier Fernández ha activado una propuesta inédita en la más que centenaria historia del Sporting. Incluso la posibilidad de que los directivos puedan percibir dinero del club siempre ha estado envuelta en cierta controversia. "Es la primera vez que me piden que dimita y me duele, porque entregué mi vida al Sporting. He estado 21 años de presidente, cinco de vicepresidente, uno de consejero delegado y diez de futbolista sin cobrar y es triste tener que oír estas cosas que no me van en el sueldo, porque no soy asalariado de nadie". Manuel Vega-Arango respondía así a uno de los accionistas rojiblancos, durante la junta celebrada en diciembre de 2012, por señalar que cobraba del Sporting por mediación de la familia Fernández. El entonces presidente siempre reivindicó, públicamente, que su figura nunca estuvo ligada a ningún sueldo por su labor, ni tampoco se aprovechó de la economía de la entidad, al entender que estos aspectos, más allá de los estatutos, no eran propios de un dirigente del Sporting.

La intención de Javier Fernández de habilitar un sueldo para, en este caso, las funciones que desempeña el actual presidente, llegan también amparadas en romper con esas suspicacias que rodeaban a los directivos sin ocupación laboral, más allá de su dedicación al club. El máximo accionista considera que una buena forma de añadir trasparencia al funcionamiento del Sporting es llevar a la junta la aprobación de esta medida e incluirla, posteriormente, en los presupuestos. Además, con la delimitación de funciones y los límites salariales busca dejar claros los parámetros en que pueden moverse las retribuciones a un miembro del consejo del Sporting, para así evitar que en el futuro se pueda cometer algún abuso en este aspecto. El cambio de modelo que pretende Fernández se enfrenta a las líneas clásicas de los anteriores gestores del club.