El histórico partido frente al Torino, el primero del Sporting en la Copa de la UEFA, reforzó en Quique Morán la idea de que no se le valoraba como a otros compañeros. Porque el extremo derecho lenense marcó aquella noche dos goles que casi sentenciaron la eliminatoria, pero se habló y se sigue hablando más del de córner olímpico de Ferrero. Fue precisamente esa sensación la que llevó a Morán a abandonar el Sporting apenas dos años después, tras contribuir al subcampeonato de Liga. Se rompía así un tridente de lujo, que formaba con Quini y el propio Ferrero.

Aquella primera gran noche europea en El Molinón había llegado un poco por sorpresa. Porque el Sporting se había clasificado para la UEFA en la temporada siguiente al ascenso, 1977-78, y con la base de la plantilla de Segunda División. En ella estaba Enrique Morán Blanco (Pola de Lena, 15-10-53), que había irrumpido también contra toda lógica. Porque después de su debut con el primer equipo en la temporada 1974-75, se le había puesto todo en contra. Sufrió una grave lesión de rodilla, la tristemente famosa triada, que los médicos consideraron incompatible con el fútbol de elite.

Sin conocer el diagnóstico, que su familia le ocultó, Morán se incorporó al servicio militar, su primer motivo de queja con los dirigentes del Sporting. "En aquella época a los futbolistas, después de la instrucción, los mandaban a la ciudad donde jugaban. A mí el club me dejó tirado en Segovia. Además, como creían que no iba a volver a jugar, me quitaron el sueldo. Tanto el presidente, Viejo Feliú, como el secretario técnico, Jesús Barrio, se portaron mal conmigo".

Entre desgracias propias y abandono ajeno, Morán se pasó dos temporadas sin disputar un partido oficial. La segunda (1975-76) coincidió con el descenso a Segunda, un revés que iba a reactivar la carrera del delantero: "Si el Sporting hubiese seguido en Primera, probablemente no se habrían acordado de mí". El nuevo entrenador, Vicente Miera, contó desde el principio con Morán, que participó en 19 partidos: "En la primera parte de la temporada no tuve continuidad porque acabé de recuperarme de la lesión. Subí muchas veces en bicicleta a La Providencia".

Con seis goles, Morán se destapó como el tercer máximo artillero de la plantilla, sólo por detrás de Quini (26) y Ferrero (11). Y, como todo el equipo, redondeó otra gran temporada en 1977-78, que aupó al Sporting al quinto puesto y a su primera Copa de la UEFA. Otra vez a rebufo de sus dos renombrados compañeros de la delantera y, en su opinión, escasamente reconocido por la junta directiva.

"Me quejé a Vega-Arango porque cobraba cuatro veces menos que Quini y Ferrero. Ellos se lo merecían, pero yo también", destaca Morán, que se cargó de razones en otra excelente campaña, en la que contribuyó con nueve goles y un puñado de asistencias al subcampeonato liguero. Además resultó determinante en el desenlace de la primera eliminatoria de la Copa de la UEFA. Porque aquel 13 de septiembre de 1978 deslumbró el gol de córner de Ferrero a los tres minutos, pero los dos siguientes fueron de Quique Morán.

"Del primero no me acuerdo, pero el segundo fue espectacular", explica Morán. "Me escapé en velocidad de los defensas y al borde del área, con la zurda, la crucé al palo contrario". Fue la guinda a una gran noche, una de esas en la que los jugadores disfrutan en el campo: "Fue un partido especial por todo. En El Molinón había un ambientazo, con las gradas llenas y muchas bengalas, que entonces no estaban prohibidas. Y, además, todo se puso de cara con el gol tan rápido de Enzo. Aunque no nos preocupaba empezar perdiendo porque aquella temporada remontamos muchos partidos".

En la vuelta, en Turín, Miera decidió dejar a Morán inicialmente en el banquillo, algo que sucedió a menudo en los partidos fuera de casa. Un motivo más para que, al final de esa temporada, el delantero volviese a plantear su salida: "Tuve la suerte de que el Sporting andaba mal de dinero y el Betis buscaba un extremo. Pagaron 35 millones de pesetas por mi traspaso. En Sevilla hice dos temporadas sensacionales y gracias a eso me fichó el Barça".

Tres temporadas como azulgrana y una con el Atlético de Madrid, además de cinco partidos con la selección española, completaron una carrera profesional que avala su decisión de marcharse de un equipo, el Sporting, donde destacaba el ambiente del vestuario: "Era una maravilla, con futbolistas muy buenos que, además, éramos íntimos amigos. Nos reíamos mucho. Me sorprende lo que pasa ahora en los equipos, que los jugadores apenas se hablan".

Morán tuvo otra tarde especial en El Molinón, la que acabó con un 6-2 a la Real Sociedad el 5 de abril de 1978, en la que brilló con tres goles y tres asistencias aprovechadas por Quini, Ferrero y Joaquín. "Después del quinto gol la gente me sacó pañuelos. Regateé a varios contrarios, llegué a la línea de fondo y se la di a Ferrero", recuerda con orgullo.