La vida sigue igual para el Sporting de Gijón. Ni el cambio de año altera el rumbo de un equipo que deambula por Primera División como un alma en pena. En su primer partido oficial de 2017, el conjunto de Abelardo cayó ante la Unión Deportiva Las Palmas (1-0), firmó otro partido para olvidar, prolongó su mala dinámica de resultados -sólo ha sumado cinco puntos de los últimos 42 en juego- y se mantiene otra semana más en puestos de descenso. Ayer, sólo el buen trabajo de Cuéllar evitó que el tropiezo en Gran Canaria se resolviera con un marcador de escándalo.

La posición en la tabla clasificatoria -un dato objetivo- es el signo que determina que el Sporting anda metido en un buen lío. Pero el fútbol que despliega el equipo de Abelardo Fernández es el síntoma -un aspecto subjetivo- de un problema mayor. La pelota le quema, confunde el repliegue y el orden con el sálvese quién pueda y, de tanto perder, tiene el ánimo por los suelos. Sólo la inspiración de Cuéllar, soberbio ayer, evitó que la Unión Deportiva Las Palmas pasara por encima de un Sporting que encara el año nuevo canino de juego y puntos.

Nada alteró los planes de Abelardo para dar forma a su once titular en el Estadio de Gran Canaria. Ni los problemas físicos que presentaron algunos de sus futbolistas -Lillo, Douglas- durante la semana ni los apuros clasificatorios de un equipo que sólo ha firmado un triunfo en las últimas catorce jornadas -el sellado en diciembre, ante el colista Osasuna- hicieron variar de idea al técnico, que prolongó la vigencia del dibujo táctico con tres centrales, dos carrileros, cuatro piezas en la medular y Duje Cop en punta para hacer frente a la Unión Deportiva.

Por ese entramado, que se ha convertido en ley para Abelardo, se asomó como gran novedad en la alineación Xavi Torres. Señalado para abandonar el club de inmediato con la apertura del mercado invernal, el centrocampista se juntó a Sergio Álvarez en el doble pivote del Sporting con la tarea de dar orden al juego rojiblanco a partir de varias ideas básicas: orden al defender, tapar las líneas de pase del rival y salir al contragolpe a la primera oportunidad. En teoría, muy bonito todo; a la hora de la verdad, una quimera: se jugó casi siempre a lo que quiso Las Palmas.

Sólo se habían consumido diez minutos de partido cuando a Cuéllar, con tres paradones, ya se le veía el disfraz de superhéroe debajo del equipaje de portero. Fue señalar el inicio del encuentro Munuera Montero y la UD Las Palmas se desató al ritmo impuesto por Jonathan Viera desde la mediapunta. Ante eso, el Sporting, pese a acumular a diez hombres por detrás de la pelota, fue incapaz de contener a un rival que merodeó el gol en tres ocasiones -Lemos (min. 5), Prince Boateng (min. 7) y el propio Viera (min. 10)- y en las tres se topó con el guardameta del cuadro rojiblanco.

Con la pelota pegada al pie y claridad de ideas en la hoja de ruta, Las Palmas bajó poco a poco el pistón. Tras arrinconar al Sporting contra su portería, el conjunto que dirige Quique Setién se lo tomó con calma. Se quedó con el balón, meció el tiempo de juego y tiró de mucha paciencia para dar con el hueco por el que hincar el diente al rival. Frente a eso, el conjunto de Abelardo intentó montar alguna emboscada y, en la confusión, sacar algo de rédito. Durante la primera parte, sin embargo, pasó siempre lo que quiso la Unión Deportiva.

Al Sporting la posesión de la pelota le duraba un suspiro. Y sin rapidez ni muchas ideas para montar alguna contra, se pasó hasta el descanso a merced de un adversario que no liquidó el duelo antes de que anocheciera por su propia falta de puntería y porque Cuéllar, por momentos, parecía imbatible.

Después de 45 minutos de inferioridad por el buen hacer del rival, Abelardo no movió ficha en el descanso. Dio por bueno el resultado (0-0 en el ecuador del pulso) frente a la sensaciones que delataba el fútbol. Dio continuidad a un sistema que, pese a la acumulación de efectivos por delante de Cuéllar, había acabado como un queso gruyere por la insistencia ofensiva de la Unión Deportiva y dejó que Cop, desconectado del resto del mundo rojiblanco, siempre lejos los mediocentros, fuera una especie de boya solitaria en medio del océano.

Las Palmas, con todo bajo control -excepto el marcador-, siguió a lo suyo sin desfallecer ni dudar y se encomendó al talento individual de tipos como Jonathan Viera o Prince Boateng -ayer reconvertido en delantero centro- para desenredar el entuerto. Así, siete minutos después de la reanudación, Viera lanzó el primer aviso serio al estrellar la pelota contra la cruceta izquierda de la portería defendida por Cuéllar. Y, poco después, de tanto insistir, llegó la jugada que decidió el choque.

Boateng, tal vez por una cuestión de instinto natural, tal vez por evitar todo el tráfico de personas que había en la frontal del área, se dejó caer por la banda izquierda -su posición habitual- y sin que nadie le cortara el paso se lanzó al ataque como un poseso. Avanzó a todo trapo y, en un pispás, se aproximó a la portería del Sporting. Por allí, a la altura del segundo palo, el internacional ghanés vio el desmarque de El Zhar, al que lanzó un pase que interceptó Meré. El corte del central rojiblanco no acabó en gol en propia puerta por otra estirada de Cuéllar. Sin embargo, el despeje del portero cayó a los pies del propio El Zhar que, casi a bocajarro, remató e hizo el 1-0 (min. 55) pese al desesperado intento de Lillo por evitar la diana.

Con todo en contra, el marcador y el tiempo, Abelardo intentó sacudir a su equipo en busca de una reacción. Diez minutos después del 1-0, ya había retirado a Cop del campo -para dar entrada a Viguera- y había modificado el dibujo táctico -pasó a una defensa de cuatro al quitar a Babin y poner sobre el campo a Afif-.

El movimiento dio una vida extra al Sporting, que con poco llegó a merodear el empate en dos acciones seguidas. El conjunto rojiblanco dio un paso al frente para adelantar todas sus líneas y dejó de ser un equipo largo, con muchísimo espacio sin cubrir entre sus líneas. Así, sólo con una pequeña dosis de atrevimiento, rozó el gol. Primero, un centro de Afif -desde la banda izquierda- encontró a Víctor Rodríguez solo en área, pero el cándido cabezazo del futbolista catalán acabó en las manos de Varas; luego, tras un barullo en el área, un duro chut de Carmona se topó con el palo (min. 71).

Poco más se supo después del Sporting, que apareció tarde y mal a la primera cita del año, en la que cayó porque le pudo el fútbol. Sin más.