Que el fútbol difícilmente se puede cuantificar en estadísticas es algo bien sabido. Los números son fríos y el balón quiere pasión. Así, por ejemplo, las estadísticas del encuentro de ayer hablan de un partido muy distinto del que se jugó en El Molinón. Dicen los números que el Sporting tuvo más posesión que su rival. Quizá sí, pero lo que tuvo fue mucho menos fútbol. De lo que no hablan las estadísticas es de cuándo tuvo el Sporting el control del balón, de dónde lo tuvo, ni de cómo lo gestionó. Con menos posesión de balón, el Éibar hizo el doble de remates, creó mucho más peligro y dejó, sobre todo en el primer tiempo, una sensación manifiesta de superioridad.

Un dato que sí llama poderosamente la atención en las estadísticas del choque es la diferencia entre las amonestaciones vistas por uno y otro equipo en un partido sin apenas faltas: cuatro para los rojiblancos y sólo una para los visitantes. Las estadísticas tampoco se hacen eco del desánimo del sportinguismo.