Hay que reconocer que el equipo salió más intenso que acertado. El Sporting aplicó "la fórmula Camacho" e hizo la primera falta y el primer tiro. Hasta logró encender a la grada. Un piscinazo descarado de Adrián González, el hijo de Míchel, engañó a Fernández Borbalán, árbitro de gatillo fácil, y empinó el partido a los rojiblancos. Otro error grosero, esta ver del portero visitante Asier Riesgo, facilitó el empate de Carmona. Y así, el partido volvía a la casilla de salida a los nueve minutos.

Pero esta vez, el Sporting ya no fue el mismo equipo del saque inicial. Los rojiblancos, como si se les hubiera metido el miedo en el cuerpo, flojearon en todas las disputas y el Éibar empujó al Sporting hacia su área. Los errores propios acabaron de sembrar el pánico, mientras Adrián se agigantaba para convertirse en el auténtico protagonista del choque. Se inventó un penalti que transformó él mismo, cabeceó al palo y soltó dos latigazos, uno con cada pie, que terminaron en gol gracias a una defensa contemplativa. Un equipo que recibe dos goles como esos en dos minutos no se merece otra cosa que la derrota.

El partido prácticamente resuelto, el Eibar se dedicó a especular y a vivir de las rentas, que fue administrando para no pasar apuros. A la vuelta del descanso, los armeros apretaron de nuevo y tuvieron un par de buenas ocasiones en una volea alta de Inui y un remate de Enrich que despejó Sergio en boca de gol.

El Sporting no daba síntoma alguno de reacción, hasta que Nacho Cases cazó un balón suelto en un rechace y disparó. El azar quiso que la pelota golpease en Lillo, caído en el suelo, y descolocase a Yoel. Sin apenas producción ofensiva, el Sporting había vuelto a meterse en el partido.

La gran ocasión para el empate la tuvo Borja Viguera, en una acción mordida entre él y Carlos Castro. Su remate de interior se marchó junto a la cepa del poste y ahí se acabó el Sporting. Hasta el pitido final, ya sólo hubo nervios y pelotazos. Alguna carrera de Afif y un par de cositas de Carmona. Nada que pusiese nervioso a Yoel o a la defensa del Eibar.

Ni siquiera con Amorebieta haciendo de Alexanco y dos faltas frontales que colgar al área se vio cerca el empate. El Sporting cayó de nuevo en un partido determinante y lo malo fue la indiferencia final. El fondo sur señaló a Abelardo, pero el problema parece más hondo. La plantilla está mal hecha y el Sporting es un equipo descosido. Sin hilvanar.