La figura más cuestionada del Sporting actual es Nico Rodríguez. El director deportivo rojiblanco ha agotado el crédito de la afición y la confianza del consejo de administración. Sin embargo, Nico Rodríguez ha ganado algunas batallas y se permite declaraciones mezquinas como las que hizo esta semana señalando a Abelardo, el hombre de los dos milagros, como alguien incapaz de sacarle rendimiento a la plantilla que le había diseñado. No parece que la gestión de Rubi, apuesta personal del director deportivo, haya dado con la tecla que le sonaba desafinada al Pitu. Desde el club se ha deslizado a los medios que la última oportunidad de redención para Nico Rodríguez era la ventana de invierno ya cerrada. Un síntoma claro de que las dudas han llegado a la planta noble.

Los números de este equipo son temibles y no parece que hayan mejorado con la llegada de Rubi (2 puntos sobre nueve posibles). El Sporting juega una final cada domingo, pero sólo ha ganado un partido de los últimos veinte, y ha sumado seis puntos de los últimos sesenta que ha disputado.

Dice Nico Rodríguez que Abelardo no ha sabido sacarle rendimiento a esta plantilla y la duda que queda en el aire es si hay alguien capaz de hacerlo. Lo más sencillo es pensar que la obra de Nico Rodríguez es el diseño de un fracaso. El director deportivo no logró renovar a los futbolistas importantes de las temporadas anteriores y fichó dieciséis futbolistas (seguramente un récord en la historia del club) que no han demostrado talla suficiente para jugar en el Sporting.

La destitución de Nico Rodríguez está fechada en el próximo mes de junio. Quizá llegue tarde si es que se confirma. No parece el escenario idóneo que un director deportivo se incorpore a un proyecto en pleno mercado de fichajes, sin haber hecho un estudio de lo que tiene en casa y sin haber realizado un seguimiento de posibles incorporaciones o, incluso, por qué no si otros clubes lo hacen, haber conseguido firmar por adelantado a algunos de los numerosos futbolistas que quedan libres en junio. A menos, claro está, que el elegido sea alguien que conozca perfectamente la casa. Que podría ser.

El desplazamiento a Butarque se plantea como un encuentro absolutamente decisivo. Es el último tren y hay que subirse en marcha. Una victoria pepinera alejaría al Leganés hasta los ocho puntos y un empate dejaría al Sporting con la sensación de ser incapaz de reaccionar. La victoria es lo único que permitiría al sportinguismo mantener una esperanza razonada de evitar el descenso al pozo de la Segunda División. Por más que el Sporting lograra salvarse, el fracaso de Nico Rodríguez es ya inevitable.