Solo valía la victoria y esta se consiguió. Y es que ya se sabe que goles son amores y no buenas razones. Porque la victoria del Sporting en Butarque, tal vez no haya enamorado (en esta semana en la que el amor adquiere precisamente un especial protagonismo) por el juego desplegado a los sportinguistas más exigente; pero a estas alturas de la película y en la situación en la que se encontraba el equipo, convendrán conmigo en que lo de menos es el juego. O utilizando otro dicho, este mucho más nuestro: en la rula no preguntan, apuntan.

Dicho lo cual, y por seguir hablando de películas, pero en este caso reales y no figuradas, tras esta victoria, haríamos muy bien en aplicarnos todos aquella célebre frase que en Pulp Fiction pronunciara el Señor Lobo. Como soy persona bien educada a la que no le gustan las groserías u ordinarieces dichas (tampoco escritas) en público, para aquellos pocos de ustedes que no conozcan la frase en cuestión, les diré que viene a significar que no es momento aún de caer en la autocomplacencia. Al contrario, sería un grave error cuando no se ha hecho sino salvar el primer 'match ball'.

Lo maravilloso de este deporte llamado fútbol es que en ocasiones, lo que pudiera parecer a priori imposible, o como mínimo altamente improbable, sucede. Porque seamos sinceros y sin que salga de estas líneas entre ustedes y yo: la victoria en Butarque, aunque solo fuera por mera probabilidad estadística, era posible. Pero si nos dicen que esta se conseguiría gracias a un gol de Canella y a otro de un Burgui convertido en auténtico revulsivo, pocos, muy pocos, hubieran creído en tal posibilidad. ¿Acaso me equivoco?

Pero ya era hora, como cantaba Joaquín Sabina, de que el diablo (y que me perdone el Padre Fueyo) se pusiera de nuestra parte, e hiciera que de una cantada, no de Sabina, sino del Pichu Cuéllar (espectacular sin embargo en las postrimerías del encuentro) que pudo significar el uno a cero, se pasara a otra de su colega Herrerín, que supuso el cero a uno. Son detalles que marcan el devenir de un partido y quién sabe si el de toda una temporada.

Quedan muchas teclas por afinar en este piano, que sí parece al menos haber encontrado Rubi con la victoria en Leganés. Empezando por la defensa, donde seguimos sufriendo tanto en los balones centrados al área, como en aquellos que buscan la espalda de nuestros laterales; siguiendo por el centro del campo, con poca capacidad de creación y finalizando en la delantera, que hoy ocupara un Trioré tan voluntarioso como impreciso, y del que surgen las dudas de si es él con su envergadura quien permanentemente colisiona con los rivales, o si son estos los que lo hacen con él. Tampoco estaría de más que alguien en esta semana de entrenamientos, le recordara la norma del fuera de juego. A alguien que ha costado lo que ha costado el marfileño, es lo mínimo que se le ha de exigir.

Pero volvamos al más puro pragmatismo: de lo que se trataba y se sigue tratando es de que al final de la temporada, la clasificación muestre que hay tres equipos peores que el Sporting y hoy por hoy tenemos ya dos, a los que podría unirse un Leganés que puede que no haya demostrado hasta la fecha ser peor, pero aún menos mejor que el Sporting.

En definitiva, se calificaba al partido en Butarque como la última oportunidad para subirse al tren de la salvación. Con la victoria lograda podemos decir que ya hemos encontrado la estación. Vienen ahora dos partidos complicados y a jugar seguidos en El Molinón (Atlético y Celta), que podrían servirnos para encontrar el andén.