El vermú ayer en Leganés se tomó en rojiblanco. A mediodía eran ya varias las peñas sportinguistas que animaban las horas previas del trascendental encuentro. La más animada de todas, la recientemente creada Matagigantes, con sede en Madrid, que logró reunir a casi medio centenar de aficionados rojiblancos, que no dejaron en ningún momento de animar. Los cánticos iban desde los más tradicionales como el himno del club a los más modernos, como la canción adaptada para uno de los fichajes de más renombre del equipo, Lacina Traoré, a ritmo de "Nacha Pop" y su "Chica de ayer".

Pasadas las tres de la tarde, la comitiva sportinguista se dirigió al estadio pepinero para, ya antes del pitido inicial, dar aliento al equipo, en la desapacible tarde madrileña. En los alrededores de Butarque fueron varias las peñas que se encontraron, la mayoría de ellas en la larga cola que daba acceso a la grada visitante. Mientras las peñas El Llavianu de Gijón o El Canijo de Candás animaban la espera con cánticos, era habitual encontrar grupos en los que se mezclaran pepineros y sportinguistas, merced al buen rollo imperante entre ambas aficiones. Eso sí, una vez dio comienzo el encuentro, cada uno comenzó a barrer para su casa, animando a locales o visitantes, según marcaran los colores.

La lluvia dio tregua a unos y otros para disfrutar de un encuentro gris que se empezó a teñir de rojo gracias al gol de Róber Canella, que desató la locura entre el millar de seguidores que ocupaban la grada visitante, avalancha incluida, lo que hizo preciso que la seguridad del estadio hiciera acto de presencia.

Nada comparado con la sentencia, servida por Burgui, para delirio de los sportinguistas que se lanzaron a abrazar a sus jugadores cuando se acercaron a la valla para celebrar un gol que huele a esperanza, a licencia para soñar y a "que este año seguimos en primera y pobre del que quiera robarnos la ilusión" como se encargaron de recordar los aficionados rojiblancos.

Los últimos minutos quedaron para el disfrute. Las maltrechas gargantas hicieron un último servicio para entonar el "Asturias patria querida" o el "Gijón del alma", seña inequívoca de buenas noticias para la parroquia sportinguista. La nota más entrañable la dejaron los gijoneses al acordarse de un exjugador del club, Miguel Ángel Guerrero, que recibió el cariño de su antigua hinchada.

Tras finalizar el encuentro, los autobuses de las distintas peñas emprendieron el viaje de vuelta al Principado. Un peaje que hubieron de pagar los sportinguistas por una victoria vital para el devenir del equipo en primera. Hay viajes y viajes, y este, seguro que fue para muchos uno de los más llevaderos.