"Tan sólo tengo una queja por este acto de hoy. Creo que la convocatoria debió ser la próxima semana, cuando el equipo ya esté fuera de los puestos de descenso". Javier Fernández mostró ayer su versión más relajada y hasta se permitió alguna broma distendida, aunque, girado hacia Rubi, enseguida puntualizó que "no lo digo por meter presión". El máximo accionista rojiblanco repartió flores entre los presentes, los veteranos del club, los representantes de las peñas, los de las instituciones, José Ramón Tuero, director general de Deportes, y Jesús Martínez Salvador, concejal del ramo en el ayuntamiento de Gijón, y a todos les pidió un aplauso para los homenajeados.

El mandatario rojiblanco se remontó a 1966, año en que se abonaron quieres ahora alcanzan el medio siglo de fidelidad al club y dedicó palabras de afecto al entonces presidente, Víctor Manuel Felgueroso, quien "con austeridad y cantera logró hacer resurgir al club". Aquella fue la temporada en que Solabarrieta marcó 24 goles. Fernández lamentó la delicada situación que vivió el club en aquella época por una "situación financiera crítica".

El dirigente aprovechó esta referencia para sacar ventaja en la comparación: "El club se encuentra muy vivo, con 112 años de historia, estabilizado económicamente y sin riesgo alguno, sólo con la inquietud de mejorar deportivamente para crecer". Javier Fernández reconoce que "a los jugadores se les ve mucho más animados y el entrenador está confiado en poder sacar esto adelante". El dirigente lo resume en que "es una liga de cinco, en la que hay que quedar segundo".

Javier Fernández dedicó unas palabras muy cariñosas a su excompañero de consejo Antonio Veiga del que dijo que "sus cincuenta años como abonado demuestran que trayectoria en el Sporting no es solo de figurar".

Por su parte, el propio Antonio Veiga rememoró la época en que se hizo socio: "Venía con mi padre al fútbol desde Carbayín en un tren de madera. Se jugaba a las cuatro porque no había luz artificial y teníamos que salir por la mañana". Muy emocionado confesó que "era impensable que pidiera llegar donde llegué". Cuando se le pregunta por su mejor momento como sportinguista no duda: "El ascenso que viví como presidente".