El Granada salió bien plantado a El Molinón. Es curioso el equipo de Lucas Alcaraz, que dispone de algunos futbolistas de enorme talento, pero es un desastre como colectivo. Los andaluces tuvieron las primeras llegadas, a las que respondió Mariño con solvencia y hasta un gol anulado por Estrada Fernández. El Sporting no había dado señales en ataque, hasta que encontró a Burgui. El extremeño fue una pesadilla para la defensa visitante con sus regates, su velocidad y su verticalidad. Estuvo en casi todas las acciones buenas del Sporting en ataque. Los rojiblancos malgastaron en la primera mitad un puñado de claras oportunidades. Burgui tuvo varias, un cabezazo de Babin y dos intentos muy claros de Víctor Rodríguez, el segundo terminó en el palo.

Curiosamente, a la vuelta de vestuarios, fue el Granada el que dio un paso al frente y embotelló al Sporting sin crear tampoco claras oportunidades. Fue en una segunda jugada tras un córner cuando el edificio se vino abajo. Un centro de Andreas Pereira para Ingason, que se sacudió la marca de Vesga y fusiló a Mariño. El Molinón no dijo ni mu y pareció asumir su destino.

Quien sí reaccionó fue Rubi, que llamó al final a Traoré y lo situó un paso por delante de Carlos Castro. Eso que ganaron los dos. El equipo agradeció tener una referencia ofensiva y el público comenzó a creer. El Granada temió la avalancha y terminó aplastado con tres goles en siete minutos ante la incredulidad del conservador Lucas Alcaraz, que había formado un once con cinco defensas y ningún delantero.

En esos minutos de locura, el Sporting arrolló a su rival y tuvo el acierto que se le había negado tantas veces. Traoré se hizo fuerte, marcó un gol y dio otro. El poder intimidatorio del costamarfileño quedó patente por la forma en que el Granada se aculó. Alcaraz buscó la tremenda, pero el Sporting se mantuvo firme y aún dispuso de un penalti para ponerle el broche a la tarde, pero Traoré (ejecutor en una decisión difícil de entender) falló.

El Sporting sale reforzado de un partido en el que se jugó la vida. La cuestión ahora es ver si el impulso le alcanza para completar la remontada. No es asunto menor cuando se ha dado tanta ventaja. Lo importante por ahora es mantenerse con vida y que las matemáticas, como le gusta decir a Rubi, sigan dando opciones. La próxima parada es el Pizjuán y después habrá otro partido a vida o muerte en El Molinón con el Málaga. Pero ésa será otra guerra.