Hizo falta verse en Segunda para que el Sporting y su entrenador reaccionasen. Rubi, que había errado el planteamiento inicial, le dio campo a Traoré y el equipo ganó consistencia, pasó a dominador y logró una remontada épica que le permite seguir soñando con un futuro mejor. El Sporting es así. El fútbol español ya sabe que este equipo nunca se rinde. Y mira que las cosas pintaban feas tras el gol de Ingason, que adelantaba al Granada y abocaba a los rojiblancos al pozo de la Segunda División. Fue como un chispazo que hizo reaccionar al equipo y al campo. El Sporting pegó un arreón de esos que se echaban de menos y anotó tres goles en siete minutos para dejar eliminado al Granada y acercarse a la orilla de la tierra prometida. Aún tuvieron tiempo los rojiblancos, en una de esas decisiones que se saben equivocadas desde el principio, de fallar un penalti que hubiera redondeado la fiesta.

Como las finales no se juegan, se ganan, lo cierto es que el Sporting jugó más bien poco. El peso del partido lo llevó un Granada bien plantado que no se arrugó en un escenario complicado. El Sporting, bien es cierto, tuvo las mejores ocasiones saliendo a la contra para picar con el veneno de una víbora. Mientras la figura de Ochoa se agigantaba, El Molinón volvió a maldecir los problemas de su equipo para traducir en gol sus numerosas llegadas.

A la tranquilidad general, contribuyó el hogareño Estrada Fernández, que, sin llegar al escándalo del año pasado en Los Cármenes, inclinó la balanza del lado rojiblanco cada vez que dudó. Anuló un gol a Ingason por una faltita sobre Vesga y señaló un fuera de juego inexistente en una acción, ya al final, en la que Kravets mandó el balón a la red.

El encuentro de ayer tiene que ser el punto de inflexión que venía buscando Rubi desde su llegada al Sporting. El técnico ganó ayer algunos futbolistas para la causa y es probable que se haya desencantado definitivamente con otros que tienen muchas oportunidades.

El Sporting ganó ayer más que tres puntos. Dejó resuelto el goal average particular con los nazaríes por lo que pueda pasar y acortó dos puntos con Leganés y Málaga y tres con el Deportivo. Los andaluces aún tienen que pasar por El Molinón, en otro partido a cara de perro, como lo serán todos ya para el Sporting. Cualquiera de estos tres equipos que baje la guardia puede ser una víctima propiciatoria para el Sporting.

Rubi sorprendió en la alineación, en la que no pudo finalmente contar con Moi Gómez, que no acabó de mejorar de sus molestias en el pie. El técnico repitió con Víctor Rodríguez como sustituto y el catalán ofreció mejores prestaciones que ante el Deportivo. Incluso en la ejecución de los balones parados. Su déficit fue la definición. La otra gran novedad fue la presencia de Carlos Castro en detrimento de Traoré. Sorprendió que prescindiese de su fichaje top en un partido en el que se juega la vida. Traoré terminaría siendo decisivo en la remontada final.

Esta vez los cambios le funcionaron mejor al Sporting que al Granada, que se fue encogiendo ante la alargada sombra de Traoré, sin que sus hombres de refresco dieran noticias de vida. El Sporting dispone ahora de dos semanas para disfrutar del nuevo escenario. No es que sea una gran noticia estar a cinco puntos de la permanencia, pero es que la alternativa era ya sumirse en el pozo.

El Sporting se ganó ayer varias jornadas más de angustia. Como dice su himno, batalla sin cesar. Llegados a este punto, para los rojiblancos sería una gran noticia alcanzar al último partido de Liga contra el Betis con opciones reales de salvación. La reconquista se inició ayer.

El equipo no bajó los brazos cuando parecía abocado a Segunda

El Granada salió bien plantado a El Molinón. Es curioso el equipo de Lucas Alcaraz, que dispone de algunos futbolistas de enorme talento, pero es un desastre como colectivo. Los andaluces tuvieron las primeras llegadas, a las que respondió Mariño con solvencia y hasta un gol anulado por Estrada Fernández. El Sporting no había dado señales en ataque, hasta que encontró a Burgui. El extremeño fue una pesadilla para la defensa visitante con sus regates, su velocidad y su verticalidad. Estuvo en casi todas las acciones buenas del Sporting en ataque. Los rojiblancos malgastaron en la primera mitad un puñado de claras oportunidades. Burgui tuvo varias, un cabezazo de Babin y dos intentos muy claros de Víctor Rodríguez, el segundo terminó en el palo.

Curiosamente, a la vuelta de vestuarios, fue el Granada el que dio un paso al frente y embotelló al Sporting sin crear tampoco claras oportunidades. Fue en una segunda jugada tras un córner cuando el edificio se vino abajo. Un centro de Andreas Pereira para Ingason, que se sacudió la marca de Vesga y fusiló a Mariño. El Molinón no dijo ni mu y pareció asumir su destino.

Quien sí reaccionó fue Rubi, que llamó al final a Traoré y lo situó un paso por delante de Carlos Castro. Eso que ganaron los dos. El equipo agradeció tener una referencia ofensiva y el público comenzó a creer. El Granada temió la avalancha y terminó aplastado con tres goles en siete minutos ante la incredulidad del conservador Lucas Alcaraz, que había formado un once con cinco defensas y ningún delantero.

En esos minutos de locura, el Sporting arrolló a su rival y tuvo el acierto que se le había negado tantas veces. Traoré se hizo fuerte, marcó un gol y dio otro. El poder intimidatorio del costamarfileño quedó patente por la forma en que el Granada se aculó. Alcaraz buscó la tremenda, pero el Sporting se mantuvo firme y aún dispuso de un penalti para ponerle el broche a la tarde, pero Traoré (ejecutor en una decisión difícil de entender) falló.

El Sporting sale reforzado de un partido en el que se jugó la vida. La cuestión ahora es ver si el impulso le alcanza para completar la remontada. No es asunto menor cuando se ha dado tanta ventaja. Lo importante por ahora es mantenerse con vida y que las matemáticas, como le gusta decir a Rubi, sigan dando opciones. La próxima parada es el Pizjuán y después habrá otro partido a vida o muerte en El Molinón con el Málaga. Pero ésa será otra guerra.