Los fantasmas del descenso han regresado a El Molinón. La derrota ante el Málaga ha devuelto al sportinguismo al escenario de un posible descenso y arrebatado, de cuajo, la esperanza de situarse a dos puntos de la salvación. La afición empujó desde el primer minuto, creyó en la remontada tras el gol del Sandro, y acabó mascando la realidad de una remontada que cada vez se pone más cuesta arriba.

"Vamos, que hoy hay que ganar. Canta, hasta reventar". El primer aliento al Sporting volvió a encontrarse en los aledaños de El Molinón, en el ya habitual recibimiento al equipo durante la llegada del autocar al municipal gijonés. Mermado en número por tratarse de día laboral, pero igualmente intenso. Un momento que descubrió que las bajas del equipo se ampliaban a nueve jugadores. Douglas, con molestias musculares, no viajó junto a sus compañeros. El brasileño entró al aparcamiento en su vehículo particular. La actividad fue más allá del saludo a los protagonistas. Las taquillas del municipal gijonés empezaron a registrar colas dos horas antes de que el balón echara a rodar. Quedaba poco, pera había sitio.

La sintonía de la popular serie "Juego de tronos" acompañó, desde la megafonía, los momentos previos a la salida al terreno de juego de los equipos. Una manera de alimentar el clima épico del asunto. El vídeomarcador anunció a los titulares, con aplauso para los visitantes Luis Hernández y Jony, que regresaron por primera vez a El Molinón tras su salida el verano pasado. "Porque este año, seguimos en Primera, y pobre del que quiera robarnos la ilusión", tronó el campo cuando Sánchez Martínez dio el pitido inicial, con 24.503 personas en el campo, según cifras oficiales.

En un partido cargado de nervios, el primero en arrugarse fue el balón. Hubo que cambiar el cuero a los tres minutos, por encontrarse más flojo de lo reglamentario. En el ambiente, los silbidos acompañaron cada posesión del Málaga para añadir incomodidades. La grada comenzó a jugar su partido.

El árbitro acaparó los primeros enfados, tras señalar una falta sobre Castro que cortó un ataque rojiblanco. Carmona, entre tanto, agitaba los brazos cada vez que se encaminaba a lanzar un córner con la intención de meter al público, aún más, en el partido. Y en esas estaba El Molinón cuando llegó el minuto 39, y el disparo de Sandro, desviado por Meré, se coló entre las piernas de Cuéllar.

"Hay tiempo para remontar", se escuchaba en los pasillos del campo, durante el tiempo de descanso. El resultado adverso no mermó la energía del público en la segunda parte. El sportinguismo siguió animando y protestando. No se libró ni Traoré, señalado claramente por su discreta contribución, a pesar de que abandonó el campo a toda prisa cuando fue sustituido. El paso de los minutos también aumentó los murmullos, síntoma de la preocupación por un marcador que dejaban muy reducidas las esperanzas de culminar la remontada que, semanas atrás, se disfrutó ante el Granada. El pobre juego del conjunto gijonés tampoco ayudó.

El Sporting se encomendó entonces a un regate de Burgui que no acabó de llegar, al ímpetu del debutante Pablo Fernández, a la potencia de un Dani Ndi en constante búsqueda de su sitio. Y entre redobles de palmas, convertidas en tambores que anuncian a las filas el ataque final, murió el Sporting en una de esas batallas capaces de decidir una guerra.