Ni los más pesimistas del lugar, y mira que los hay, esperaban un desenlace como el que está protagonizando el Sporting de esta temporada. Existen también muchas maneras de perder, pero nadie entiende la falta de competitividad de este equipo. El Sporting ha perdido su esencia, ese carácter que le hacía venirse arriba y que lo convertía en un rival incómodo para cualquiera que se cruzase en su camino. La temporada pasada los rojiblancos lograron la permanencia en la última jornada y perdieron diecinueve partidos (dos menos de los derrotas que lleva ya este curso). Pero incluso en los peores momentos del club anterior, el Sporting compitió siempre y si fue derrotado logró mantenerse en pie.

La de esta temporada es una historia muy distinta. Son muchos ya los encuentros en los que los rojiblancos se muestran inferiores a los rivales de turno, no sólo en el juego, también en las disputas y en la organización. Las explicaciones de los técnicos señalan al perfil de los futbolistas que tendrían otras virtudes que apenas asoman sobre el césped. El saldo, en cualquier caso, es deficitario.

La realidad en la que se encuentra el Sporting es la consecuencia de la terrible planificación deportiva de este curso. Tras dos años sancionado sin apenas margen para acudir al mercado, Nico Rodríguez pudo desquitarse este verano. Desde su llegada al club, la trayectoria del directo deportivo se limitaba a confeccionar una mala plantilla en el segundo equipo que llevó al filial a Tercera División con unos fichajes que nunca dieron la talla y a ser incapaz de cerrar ninguna de las renovaciones cruciales del Sporting de los guajes.

En su primer verano sin más restricciones que las económicas, Nico Rodríguez realizó trece fichajes y confeccionó una plana más diseñada desde el principio. El director deportivo apostó por futbolistas procedentes de equipos descendidos y por cesiones que no terminaron de mejorar al equipo. Desde el principio se vio que había puestos superpoblados y otros más que escasos de efectivos. El equipo tiene el mismo número de centrales que de laterales derechos, laterales izquierdo o porteros. Paralelamente, o más bien, en consonancia con esto, el divorcio con Abelardo se hizo más evidente. Los criterios de ambos se situaban en las antípodas y la relación se acabó de enturbiar. Las concesiones de uno y otro dieron lugar a una plantilla sin un estilo definido.

Lejos de enmendarse, Nico agravó sus errores en enero. Acertó con Vesga, pero falló estrepitosamente con Traoré y Elderson dos jugadores caros y con escasa aportación al equipo. Para el banquillo escogió a Rubi, que puede ser un buen técnico, pero que tiene un estilo de juego que no concuerda con la plantilla que se puso a su disposición. Los errores de Nico arrastran al equipo, que ya parece sentenciado y sólo espera que el Leganés fije la fecha de su ejecución.

Lo más sorprendente, llegados a este punto, es la inactividad del consejo de administración. Javier Fernández siempre ha abogado por un club parcelado, con responsables que se responsabilicen de cada departamento. El fracaso de Nico Rodríguez es tan evidente que toca pedirle cuentas, pero el consejo se mantiene inmóvil a la espera de que se consume la tragedia para mover ficha.