Rubi cumplirá en Eibar una vuelta como entrenador del Sporting y lo hará en su momento más crítico, con el equipo al borde del abismo y con la necesidad de un nuevo milagro para evitar despeñarse a Segunda División. No parece probable a la vista de las sensaciones que transmiten los rojiblancos. El director deportivo en entredicho, Nico Rodríguez, escogió al técnico catalán como el hombre indicado para sacar al Sporting del atolladero. La realidad es que la llegada de Rubi ha supuesto un giro de 360 grados que ha dejado al Sporting exactamente en la misma situación en la que lo encontró: decimoctavo a cinco puntos de la permanencia. El problema es que ya no hay margen para la reacción.

El Eibar es el único equipo al que todavía no se ha enfrentado el Sporting de Rubi. No es un rival que invite al optimismo. Los armeros se han enfrentado ya en tres partidos oficiales al Sporting con un aplastante balance de tres victorias a su favor (dos en Copa del Rey y una en Liga). Tampoco Ipurúa es un campo de grato recuerdo para el Sporting. Un escándalo protagonizado por el árbitro balear Rodado Rodríguez dejó allí sin ascenso al Sporting de Marcelino.

El conjunto rojiblanco no gana en Ipurúa desde la temporada 2007-08, en la que consumó un ascenso histórico de la mano de Manolo Preciado. Desde entonces, el Sporting ha visitado Ipurúa en tres ocasiones (incluida la vuelta de la Copa del Rey de esta temporada) y el saldo es de tres derrotas. En total, los rojiblancos han comparecido en el feudo eibarrés en 16 ocasiones entre Liga y Copa, con un saldo de tres victorias, cinco empates y ocho derrotas.

La comparación entre Rubi y Abelardo es inevitable. Más aún cuando ambos técnicos han dirigido el mismo número de partidos (18). El catalán suma tres puntos más y la principal diferencia es que su Sporting empata más y pierde menos. También se justo valorar que Rubi dispone de tres futbolistas que llegaron en el mercado de invierno como supuestos fichajes top y de los que no dispuso el Pitu.

El aterrizaje de Rubi en el banquillo de El Molinón (curiosamente en el contrario del que ocupara Abelardo) tuvo un leve efecto revitalizador que se tradujo en el empate del Benito Villamarín, donde el nuevo Sporting despertó cierto interés ilusionante. Las primeras dudas sobre el nuevo entrenador brotaron en San Mamés, en su segundo partido. El Sporting había conseguido adelantarse, pero una inoportuna lesión de Babin dejó en evidencia la poca cintura del técnico. Ausente Amorebieta, Rubi había prescindido del central del filial Juan Rodríguez y se vio sin una alternativa para acompañar a Jorge Meré. El entrenador improvisó un central con Xavi Torres, al que arrojó a los leones, y el Sporting allanó el camino a la remontada bilbaína. El siguiente partido, en El Molinón, ante los suplentes del Alavés multiplicó la desazón del sportinguismo.

Desde entonces, ha habido pocas alegrías. Rubi consiguió tres únicas victorias (las mismas que Abelardo). Bien es cierto que el triunfo en Butarque generó cierto entusiasmo, aunque no se le pudo dar continuidad. Granada y Las Palmas, ambos en El Molinón, completan los triunfos del catalán al frente del equipo.

Cuesta un triunfo, por tanto, confiar en las remotas opciones del Sporting de alcanzar la permanencia. Aún en el supuesto de que sus rivales tropiecen y no sumen los puntos que necesitan, el Sporting está obligado a realizar algo que no ha conseguido durante todo el curso. Los rojiblancos no han logrado sumar dos victorias consecutivas en toda la temporada y ahora tienen el reto de encadenar tres triunfos para ganarse siquiera el derecho a soñar con un milagro que superaría en varios grados a todos los precedentes.

El entrenador catalán, además de los fichajes de Vesga, Traoré y Elderson, tuvo de cara algunos factores que previamente habían jugado en contra de Abelardo. El más evidente fue el apoyo y la colaboración del director deportivo. Nico Rodríguez lo había escogido y el consejo de administración dejó meridianamente claro desde el principio que el destino de ambos iría unido. También dispuso Rubi de un vestuario entregado, mientras que el deterioro de la confianza de los futbolistas en el Pitu llegó a alcanzar cotas muy elevadas. Las caras y la actitud en el primer entrenamiento que dirigió Rubi dejaron claras las preferencias de algunos futbolistas de la plantilla rojiblanca. El resultado es que una vuelta después, el Sporting sigue exactamente en el mismo punto en el que se lo encontró Rubi.

Los rojiblancos son antepenúltimos con cinco puntos de desventaja respecto al Deportivo y seis con el Leganés. Tras la derrota ante el Eibar en casa, partido que le costó el puesto a Abelardo y arrojó muchas dudas sobre el equipo, el Sporting era antepenúltimo y entonces le separaban cinco puntos del Leganés y seis del Deportivo. Rubi, por tanto, le ha dado al Sporting un giro de 360 grados para dejarlo en el mismo sitio.