La guerra declarada entre Nico Rodríguez y Abelardo cogió en medio a Jean-Sylvain Babin (14-10-86, Corbeil-Essonnes, Francia). El central aterrizó en Gijón a primeros de agosto, apenas unas horas después de desvincularse del Granada, un rival directo en la pelea por la permanencia. Babin llegó a Mareo de la mano de Nico Rodríguez, quien ya lo había fichado para el Alcorcón en la mejor etapa del conjunto alfarero.

Babin partía como tercer central del equipo, por detrás de Fernando Amorebieta y de Jorge Meré. No era una situación demasiado mala en una plantilla con sólo tres defensas centrales.

En el tramo final de la temporada, ya con Rubi en el banquillo, el galo logró revertir esa situación desplazando a Amorebieta del equipo titular. Fue su mejor etapa en el Sporting. Antes, con Abelardo, nunca consiguió ofrecer su mejor versión. Primero por la falta de confianza del entrenador y más tarde por las continuas lesiones que le impidieron estar a su disposición. La más llamativa se la produjo en un entrenamiento con la selección de Martinica, a la que el propio Abelardo le había dado permiso para acudir. Babin se rompió y pasó más de cinco semanas de baja, lo que incluso provocó una reclamación económica del club a Martinica por valor de 60.000 euros, que aún no se ha resuelto. Cuando reapareció lo hizo en un pobre estado físico.

De hecho, a Babin le costó ganarse el aplauso del sportinguismo. Sus primeras apariciones, algunas de ellas en evidente fuera de forma, sembraron dudas sobre el acierto de su fichaje, que se vinculó más con su buena relación con Nico que con sus cualidades deportivas. Fue en el tramo final de la temporada, cuando el central francés demostró que estaba en Gijón por derecho propio. Mejoró sus prestaciones defensivas y, aún con algunas carencias conocidas como el manejo de balón, se mostró como un central solvente, seguro, contundente y fuerte en el juego aéreo. Incluso llegó a ser reconocido en una ocasión como el mejor jugador del mes de abril en el Sporting. Ya nadie cuestionó su titularidad.

Babin tiene dos años más de contrato y parece claro que puede ser un buen baluarte defensivo para el Sporting en el regreso a Segunda División, una categoría que quizá se adapta mejor a sus cualidades. Más aún con la incertidumbre que se abre sobre el futuro de Meré, quien difícilmente jugará en Segunda, y de Fernando Amorebieta, al que el club estaría encantado de encontrarle una salida.

Fuera del césped, Babin siempre se ha mostrado como un hombre sensato y que mide bien sus declaraciones sin esquivar ninguna cuestión. Así, al terminar la temporada se posicionó claramente a favor de la continuidad de Rubi. Es lógico a la vista de que el técnico catalán fue una apuesta personal de su valedor, Nico Rodríguez, y porque Rubi le entregó su confianza y lo convirtió en defensa titular.

Si algo ha caracterizado la temporada de Babin ha sido la irregularidad. La primera impresión fue mala y firmó algunos partidos desastrosos, como aquella infausta en el Nou Camp que se criticó con crueldad. Luego su rendimiento siguió una trayectoria ascendente que le llevó a ganarse el beneplácito de la grada. Por un guiño del destino, su único gol de la temporada se lo marcó al Granada, su exequipo, en una rara carambola que no celebró.