Lo primero que se aprecia es el buen ambiente. Hay cercanía, son amigos. Jorge Meré, que acude a Mareo exclusivamente para participar en el reportaje, llega al campo número 1 cuando ya casi todos le esperan allí. Tiene una palabra amable y un gesto de cariño para cada uno. No hace falta presentarle a nadie. Se muestra especialmente afectuoso con el benjamín, Pelayo Pérez, con el que coincidirá esta semana en la ciudad del fútbol de Las Rozas. "Lo conozco bien, hemos compartido muchas horas de autocar y conversación. Es muy buen chaval y sabe jugar al fútbol", explica Meré, mientras Pelayo escucha respetuosamente.

La mayoría de ellos están incluidos en el novedoso programa de becas que ha instaurado el club y que, seguramente, supone la mayor aportación de Nico Rodríguez desde su llegada al Sporting. También se deja notar el buen trabajo de Manolo Sánchez Murias, director de la Escuela de Fútbol de Mareo, y de Rogelio García, su colaborador más cercano y responsable de la captación de talento.

Meré es el espejo en el que todos se miran, aunque ya se nota, por las bromas, que los juveniles tienen mucha confianza con él. El central sabe su responsabilidad como máximo exponente de la cantera rojiblanca y deja varios consejos a los todavía más jóvenes: "Que tengan los pies en el suelo. Que la llamada de la selección es muy bonita, pero que hay que trabajar cada día para crecer como futbolista". Meré, que ha vivido de todo, avisa de que ir a la selección es muy complicado y nada te garantiza volver. "La primera vez que me llamaron, con 15 años, fui a México a disputar la Copa de Naciones y me salió todo mal. Tardaron un año en volver a convocarme", relata como aviso a sus compañeros.

A Pelayo Pérez, apenas un niño, aún le intimida la presencia del periodista. Hoy se incorpora a la selección sub-16 en la que es su segunda convocatoria. Se fija en todo y aprende de Meré y de sus otros compañeros. Confirma el buen ambiente que se vive entre ellos, cuando confiesa que "supe que me había llamado la selección por primera vez un día en clase. Se me acercó Gaspar, el chico del Liga Nacional, y me lo dijo". Pelayo, como haría cualquier niño, corrió a llamar a sus padres. En aquella ocasión le acompañó el portero Javi Izquierdo. Pelayo Pérez tiene claro lo que representa Jorge Meré para los chavales que se forman en la cantera de Mareo: "Es un ejemplo a seguir. Lo que él te dice, siempre lo tienes que tener en cuenta porque es muy buen chaval y un gran futbolista".

De todos ellos, los casos más significativos son los de Iván Elena, hijo de Marcelino, Pelayo Suárez, hijo de Juanma, y Gaspar Campos-Ansó. El primero lleva diez temporadas en el club a pesar haber nacido en el año 2000 y los otros dos cumplen nueve cursos en Mareo cada uno. Curiosamente, el club que más futbolistas de este grupo aporta es el Astur. Los guajes proceden de toda Asturias, aunque lógicamente Gijón y Oviedo son los núcleos más populosos y los que más futbolistas aportan. También llegan futbolistas procedentes de la escuela de fútbol que Mareo tiene en Logroño, de donde este verano se incorporarán dos nuevos chavales. El caso más llamativo es el de Joel Sanabria, quien llegó acompañando a su hermano Tonny y decidió asentarse en Gijón. La falta de residencia impide la llegada de jugadores de otras provincias.