Cada día es más complicado para un club modesto de cantera retener a sus jóvenes talentos. Los quince chavales que salen en la fotografía y algunos todavía más jóvenes (no existe selección española para tan pequeños) han sido tentados por los grandes clubes de España y Europa. El Sporting ha logrado frenar la sangría de talento y este verano no se esperan nuevas fugas. En los últimos años hubo dos especialmente dolorosas. Una fue la de Manu García, el exponente más destacado de la generación del 98, tras rechazar a Barcelona y Madrid, sucumbió a la llamada del Manchester City y se fue entre lágrimas. Está cedido en el Nac de Breda con el que ayer consumó el ascenso a la Eredivisie holandesa. El City aceptó compensar al Sporting pese a que no estaba obligado.

La otra marcha que costó digerir fue la del actual jugador del Éibar Christian Rivera. El Sporting no le permitió aceptar una oferta del Atlético de Madrid y se declaró en rebeldía hasta conseguir la libertad. Manolo Sánchez Murias intentó retenerlo, pero se fue al Oviedo y de ahí a Éibar.