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El análisis de la plantilla | Lora

De indiscutible a pasar la temporada en blanco

El mostoleño, un fijo en los últimos años, sólo jugó un partido con Rubi y siete en toda la campaña

Alberto Lora. J. J.

La suplencia, o tener que ver los partidos desde la grada, no es cómodo para ningún futbolista. Mucho más en el caso de jugadores como Alberto Lora (Móstoles, Madrid, 25-3-1987), acostumbrado a ser uno de lo hombres importantes en el fútbol del Sporting durante los últimos años. Las apariciones a las que estaba acostumbrado durante sus nueve campañas en el primer equipo hace que sus siete presencias en este curso puedan calificarse como una temporada en blanco. Mucho más si se tiene en cuenta su papel desde la llegada de Rubi al banquillo. El técnico catalán, que estuvo más de media temporada al frente del equipo, sólo le alineó en un partido: Lora jugó ante el Málaga en El Molinón, principalmente, porque Douglas estaba lesionado y Lillo, sancionado.

Acostumbrado a participar en una media de treinta partidos por temporada, hablar de no alcanzar ni la decena, sin mediar lesiones que justifiquen tantas ausencias, resume el escenario que se ha encontrado Lora esta temporada. Si además se le añade que de los siete partidos de Liga en los que pudo tomar parte, sólo en cuatro fue como titular, los números se afilan mucho más. El mostoleño, uno de los capitanes del conjunto rojiblanco, ha conocido la otra cara del fútbol en una campaña que ni siquiera cuenta con el alivio de haber alcanzado el éxito en lo colectivo. El descenso a Segunda División duplica el castigo.

Lora creció deportivamente con la polivalencia como el mejor aliado para ser un habitual de las alineaciones. El delantero que destacó en la cantera del Madrid llegó a Gijón para convertirse en el centrocampista con el que el Sporting B consiguió el ascenso a la división de bronce. Y cuando parecía destinado a fabricar el juego desde la medular, Preciado le llamó al primer equipo, pero terminó asumiendo otro cometido. El técnico cántabro sacó rendimiento a su velocidad como lateral derecho. Un puesto desde el que Lora tomó el testigo de Rafel Sastre y en el que la competencia nunca le destronó hasta esta temporada.

La llegada de Lillo al inicio del verano mostró el deseo del Sporting de aumentar la pelea en el costado diestro de la zaga. El mercado terminó ofreciendo una alternativa más. El Barcelona accedió a que Douglas saliera cedido al conjunto gijonés, con el deseo de que el brasileño jugara los partidos que tuvo a cuenta gotas en el Camp Nou. La amenaza se multiplicaba para Lora, que aún así combatió para recuperar la confianza de Abelardo. Y es que el Pitu apostó, de inicio, por Lillo.

El mostoleño intentó ir ganando terreno a sus competidores en los partidos que le fue ofreciendo Abelardo. Su primera titularidad llegó en la jornada quinta, en la que el Sporting tiró de rotaciones para la visita al Celta de Vigo. Fue poco antes de un partido que marcó su campaña. A la jornada siguiente, el Barcelona visitó El Molinón y una de las principales dudas era saber quién ocuparía el lateral izquierdo rojiblanco. La polivalencia de Lora, en este caso, acabó jugándole una mala pasada. El mostoleño tuvo que aclimatarse al costado zurdo y acabó siendo una de las víctimas del veloz y hábil ataque azulgrana. Fue expulsado por doble amarilla, a falta de un cuarto de hora, y el equipo cayó goleado por 0-5.

Tuvo tiempo a desquitarse, como en su contribución al empate sin goles en el campo del Granada, disputando todo el encuentro. Fue en la jornada nueve, y a partir de ahí ya no volvió a ser más veces titular hasta el mencionado encuentro ante el Málaga, en casa, de la jornada número 30. Un emergente Douglas fue acaparando protagonismo, mucho más desde la llegada de Rubi, mientras que el refresco fue Lillo. Habrá que ver si el año en blanco pasa alguna factura añadida en la reestructuración del equipo en verano.

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