Las rivalidades más fieles, como los amores, lo son para lo bueno y para lo malo. Catorce años después, Sporting y Oviedo se reencuentran en Segunda División con un objetivo común: lograr el ascenso a la máxima categoría del fútbol español. La temporada recién terminada ha sido mala para dos los principales equipos asturianos. Ninguno de ellos alcanzó el objetivo marcado al inicio del curso. Para la próxima campaña ambos compartirán una meta y, para que haya más presión, estarán sometidos a la comparación continúa con su eterno rival.

El fútbol español, a lo largo de su historia, está salpicado de curiosidad. Por ejemplo, se han dado algunos casos de grandes rivales o de vecinos mal avenidos que celebraron a la vez la alegría de un ascenso a primera División. El caso más reciente (temporada 2011-12) lo protagonizaron el Deportivo de La Coruña y el Celta de Vigo. Los grandes equipos gallegos se proclamaron campeón y subcampeón de Segunda y trasladaron a la élite su rivalidad añeja.

Es un caso curioso, pero no el único. En la temporada 2000-01, Sevilla y Betis, rivales por antonomasia, había calcado el mismo guión. Con el mérito añadido de que la Segunda de ese año fue una de las más duras de la historia. El Tenerife acompañó a los andaluces y dejó fuera del ascenso a todo un Atlético de Madrid.

En 1983 ya vivieron una historia parecida el Hércules y el Elche, aunque con una particularidad muy singular. Los del Rico Pérez ascendieron como terceros clasificados de Segunda y los del Martínez Valero acabaron quintos. Ese año el campeón de Segunda fue el Castilla y el subcampeón, con los mismos puntos, fue el Bilbao Athletic, que no cuentan para el ascenso. Otros casos de vecindad que compartieron ascenso fueron el Murcia, con Almería y Albacete y el propio Hércules con el Alcoyano.

Sporting y Oviedo ya compartieron en la 90-91 un éxito, cuando gracias a la victoria rojiblanca en Valencia en la última jornada ambos se metieron en la UEFA.