Nunca es fácil irse de casa porque es mucho lo que se deja atrás. A pesar de que lo tenía decidido hace tiempo y de que inicia una nueva aventura ilusionante en Chipre y en la Liga Europa, a Nacho Cases le costó un mar de lágrimas decirle adiós al Sporting, al equipo de su vida. "En cien vidas no podría vivir lo que este club me ha dado y lo feliz que he sido en él", arranca Nacho Cases visiblemente emocionado. Como si fuera necesario justificarse, quizá ante sí mismo, Nacho Cases enumera los motivos que le alejan del Sporting y que se resumen en uno principal: "Me quedan cuatro o cinco años de carrera y tengo mis inquietudes que, aparte de futbolísticas, son culturales, vivir experiencias, vivir mi vida disfrutando del fútbol".

Casi al mismo tiempo, el AEK Larnaka chipriota hacía oficial el fichaje del centrocampista gijonés por las dos próximas temporadas. El debut podría producirse la próxima semana en la fase previa de la Liga Europa. Ni siquiera la coartada de las competiciones europeas se pone sobre la mesa: "No veréis en mí a un futbolista que ambicione o anteponga temas deportivos o económicos, que no voy a negar que son importantes, pero por mi cabeza pasan otras cosas como mi familia y voy a un destino con calidad de vida, prestaciones y buen clima por su bienestar".

Las lágrimas y también los aplausos interrumpen en varias ocasiones el discurso del futbolista gijonés, que está muy bien arropado en el trago amargo de la despedida. Está su familia, sus amigos, algunos compañeros de vestuario y todos los estamentos del club (el consejo de administración en pleno, empleados y hasta el capellán). "Es imposible, no voy a poder leerlo", se disculpa el futbolista en una de esas ocasiones en que no puede contener la emoción. "He llorado mucho", confiesa el centrocampista que reconoce que "nunca pensé que podría defender profesionalmente al equipo de mi vida durante tantos años y a este nivel de Primera y Segunda".

En su adiós, Nacho Cases trae a colación sus inicios. "Hace veintidós años entraba en Mareo un niño que venía del equipo de su cole, del Codema, era inquieto, revoltoso y decían que se me daba aceptablemente bien jugar a la pelota", repasa. De todos estos años, Nacho Cases se queda con "las amistades que he hecho, las victorias en Primera, el año de mi debut, la semana previa cuando Preciado me dijo que iba a jugar y el ascenso de los guajes".

El capítulo de agradecimientos es el más extenso y abarca desde el club y su presidente a todas las personas con las que se ha cruzado en el Sporting. "A todos los entrenadores que tuve, porque de todos pude aprender algo. Pero quedo con dos personas: Don Javier Vidales, que me ha hecho comprender que el fútbol va más allá de pegarle patadas a un balón y Don Manuel Preciado. Ellos quedarán en mi memoria para siempre", agradece. También a sus compañeros, "la parte más importante y más esencial de todo lo que he vivido aquí. Sois lo más importante que me llevo de aquí, no es ganar en el Bernabeu, ni ascender". Hay también un agradecimiento a la afición "que siempre ha estado conmigo y con la que estoy en deuda". Pero la estrella es su familia. Por ellos, lo ha hecho todo.