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Recursos humanos

Nacho Cases y los muchos canteranos que se han tenido que ir sin el reconocimiento merecido

Las últimas declaraciones del presidente del Sporting están impregnadas de cierta dosis de optimismo, con vistas al discurrir del equipo por la venidera Segunda División. Los recientes fichajes del director deportivo y del entrenador han llenado de ilusión al neófito presidente, que quizás no se ha parado a pensar en las dificultades que entraña una categoría con demasiadas trampas. A la vez, deja patente sus planes organizativos en la sociedad, con el objetivo de poseer una estructura a nivel de los clubes más destacados (digamos mejor, sociedades anónimas deportivas). La amplia estructura de direcciones generales llenan los despachos de la casa de cristal de Mareo, donde siguen haciendo hueco a nuevos moradores en muchos departamentos. Entendemos, a la vista de sus resultados, que muchas de las citadas direcciones son más bien simplemente de nombre, porque no tiene contenido alguno. Los lectores que tienen la amabilidad de leer estos modestos comentarios saben de sobra, por ser muy reiterativo, lo que siempre vengo demandando, algo de lo que carece el club. Quizás la dirección más importante en toda buena empresa que se precie. La de recursos humanos. Y en el Sporting es más que necesaria a la vista de cómo ha crecido el número de empleados. Según datos fiables, la cantidad de trabajadores en plantilla asciende a 158, entre la parcela deportiva y la extradeportiva. Estoy convencido que muchas de las abundantes controversias que padece el club se hubieran solucionado con este departamento.

El trato con los empleados, la comunicación, la negociación y el trabajo en equipo son factores de la cultura estructural de una organizada sociedad. Entendemos que en muchos de estos aspectos existe un déficit importante en el Sporting. Muchos han sido los futbolistas que han salido de la cantera de Mareo y se han tenido que ir sin el reconocimiento merecido. No digamos nada de algún que otro entrenador de la casa, que en su despedida se ha sentido en la soledad más absoluta. Todo esto marca y viene a dejar al descubierto la crisis de valores que hoy en día se vive en esta sociedad.

Esperemos que se trate poner coto a este capítulo tan nefasto tras un caso que puede agrandar todo lo que estamos dejando evidente. Quiero referirme a Nacho Cases. Un futbolista de los que dejan huella en el vestuario por todos sus valores personales y deportivos. Ha pasado por todos los equipos del club. Ha sabido adaptase en cada circunstancia, a su situación sin meter ruido, sin levantar la voz, acatando, como buen compañero, lo que en cada ocasión le ha tocado vivir. Su formación intelectual le permite saber, estimar en cada momento la tesitura deportiva. En estos momentos nota que no es útil al equipo, y prefiere ser él mismo el que dé el paso, y pida irse pese a tener contrato y poder disfrutar de una situación perfecta, sin arriesgar. No es su forma de proceder al no concordar con la educación que ha recibido, y con su propia conciencia. Prefiere irse a otro club, quizás menos importante. Conocer otro fútbol, incluso perdiendo dinero, pero ganando en valores al poder instruirse en otra cultura que engrandezca sus conocimientos, que en el futuro pueden serle de gran utilidad profesional al margen del fútbol. Es capaz de concluir su estancia en el club, donde, no lo olvidemos, es el jugador de la historia sportinguista que más tiempo lleva en el mismo: 23 años, que hasta el momento nadie le supera. Consulten datos de la historia del Sporting y lo comprobarán. Les evito dudas, hablo de tiempo de permanencia, no de partidos jugados. Esto ratifica aún más la forma de ser de Nacho Cases. Engrandece su personalidad en tiempos de una sociedad civil rodeada de fanatismos y personalismos sobrevalorados.

Fe de errores. En mi anterior artículo, al hacer referencia a la desaparición de otro equipo modesto gijonés, dije Portuarios, cuando quería decir Puerto de Gijón.

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