El Sporting es un club eminentemente presidencialista. Por más que el máximo accionista haya intentado organizar una estructura parcelada en áreas de trabajo bien diferenciadas y con un responsable cada una, la realidad es que no se toma ninguna decisión de cualquier orden en el Sporting sin el visto bueno de Javier Fernández. Desde su entrada en el club en diciembre de 2012, primero tímidamente y luego ya con autoridad, Javier Fernández ha ido modelando un equipo de trabajo de su confianza. Sin embargo, la elección de personal ha sido su gran asignatura pendiente.

La inminente salida del Sporting del director de comunicación escogido por Javier Fernández, descontento ahora con su trabajo, se convierte en la novena marcha de un cargo de responsabilidad durante la etapa del actual presidente del club. Hasta el momento, pendiente de evaluar el caso de Miguel Torrecilla que apenas lleva unas semanas en el cargo, todas las apuestas personales de Javier Fernández han salido mal. Curiosamente, los empleados de responsabilidad que permanecen en el club son, en su mayor parte, los que ya trabajan en el Sporting antes del aterrizaje del máximo accionista.

Y eso, sin contar con el caso de Iñaki Eraña, asesor externo del consejo de administración nombrado por Javier Fernández que dimitió del cargo por discrepancias internas. Le acompañó en su decisión su compañero Fernando Losada, quien posteriormente sería repescado por el propio Javier Fernández para completar el consejo de administración.

El Sporting de hoy no se parece en nada al que se encontró Javier Fernández a su llegada al club. A medida que se fue asentando en el mundo del fútbol fue ganando peso y presencia en el consejo de administración, del que salieron por voluntad propia los presidentes Manuel Vega-Arango y Antonio Veiga.

Javier Fernández tomó la manija definitiva del club con el despido de Alfredo García-Amado, hombre fuerte de su padre en el Sporting durante años. El cargo de director general quedó amortizado, pero el Sporting no se ahorra un sueldo. Javier Fernández quedará para la historia como el primer directivo profesional del Sporting después de que en la última junta decidiera ponerse un sueldo. La pregunta evidente de quién podría fiscalizar al hombre que ejerce de presidente y controla las acciones quedó resuelta en este final de temporada: nadie.

El descenso del Sporting a Segunda División le costó el puesto a todos los profesionales que tuvieron algo de culpa: Abelardo, Rubi y Nico Rodríguez. En la cúspide del organigrama, Javier Fernández diseñó un nuevo proyecto que encargó a Miguel Torrecilla y Paco Herrera.

El hombre fuerte del presidente es Ramón de Santiago, quien ya fue abogado de su padre. Es su hombre de confianza, por delante del resto de consejeros. Ellos dos están en todos los asuntos importantes del club. También tienen la última palabra en las entradas y salidas de personas de responsabilidad en el Sporting.