El Sporting mostró su versión práctica, dejó la pelota y el dominio al Eibar, pero sin sufrir demasiados rasguños. Los rojiblancos aprovecharon una falta lejana que botó Carmona y cabeceó picado Scepovic y un error en un pase atrás de Dani García, bien resuelto por Viguera, para cobrar una ventaja de dos goles. El Eibar, que no había inquietado a Mariño, apretó en un minuto. Primero con un tiro de Arbilla que desvió el portero gallego y luego con un centro al área que Alejo controló con la mano para acortar distancias.

Herrera refrescó el equipo al descanso. Pablo Pérez dejó cosas más que interesantes y Rubén García, que mezcló bien con Moi Gómez en la jugada del tercer gol, fue un revolvín. El valenciano es el acelerador del Sporting, un futbolista inquieto y habilidoso, de culo bajo y capacidad para crear problemas.

El tercer gol desató el enfado de Mendilíbar que exigió un punto más a sus futbolistas. El que mejor reaccionó fue Bebé, una fuerza de la naturaleza. También Alejo causó problemas. El Eibar tuvo dos llegadas claras. La primera ocasión, que fue doble, se saldó con un cabezazo de Bebé al larguero y una buena parada de Whalley a Charles. El aragonés repitió con una estirada abajo en una falta lateral de Alejo, pero ya no pudo hacer nada cuando Bebé soltó el látigo y clavó un obús en la escuadra.

Con más guajes sobre el campo, el Sporting se relajó, comenzó a divertirse, fue más creativo y menos seguro. Nacho Méndez confirmó las buenas impresiones anteriores y Pedro Díaz sembró de incertidumbre la espalda de la defensa visitante. De un pase suyo llegó la jugada del partido. Pablo Pérez progresó, aguantó la embestida de José Ángel y dibujó una vaselina que se estrelló en el larguero y que merecía mejor suerte.

Mendilíbar reconoció la superioridad del Sporting. Es cierto que la victoria rojiblanca fue justa, pero también lo es que el equipo tiene aún un amplio margen de mejora. Conviene reducir los errores no forzados, no abusar del juego con el portero y perder menos balones no comprometidos. Con todo, el equipo progresa adecuadamente y da síntomas de seriedad. Y eso es lo mejor que se puede decir en Segunda.