La buena noticia es que el Sporting tiene pegada. Gracias a su eficacia (dos ocasiones, dos goles) salió indemne de un ensayo con fuego Real. Los pesimistas verán el vaso medio vacío por las facilidades concedidas en defensa y por la falta de fútbol y de capacidad para discutirle el balón a una Real Sociedad que juega como los ángeles. Pero no sólo de toque y de pases preciosistas viven los de Eusebio Sacristán, que sometieron a los rojiblancos a una asfixiante presión de la que el Sporting salió como pudo, con más fútbol que pelotazos y con cierta dignidad.

Calentaba el sol sin ningún tipo de clemencia, pero el Sporting pareció un equipo bien hecho en el horno de La Balastera. Unos y otros ofrecieron un estimable espectáculo que refrescó la modorra de la tarde castellana. El Sporting asumió el rol de equipo modesto y concedió a los donostiarras la responsabilidad de romper el partido. El Sporting volvió a sentirse bien protegido agazapado en su campo y saliendo con garbo cuando tuvo la pelota. Dominó la Real, con destellos de clase y buen juego y se adueñó del balón de forma autoritaria. El Sporting picó y buscó con veneno la espalda de los txuri urdin.

Paco Herrera había amenazado con soltar a los guajes por la primera rendija que tuviera. La única condición era que le dieran una excusa. Y ayer, en el ensayo más serio del verano con vistas a Alcorcón, el técnico filtró en el equipo titular a su alumno más aventajado. Nacho Méndez fue la gran noticia de la alineación inicial del Sporting, confirmando que no está de paso en el primer equipo. A día de hoy, la gran duda que atormenta a Herrera es la de quién arropará mejor al guaje de Luanco, una vez comprobado que Sergio y Bergantiños duplican el discurso. Falta ver si le da carácter formal a esta decisión en Santo Domingo.

La otra novedad del día fue la presencia de Babin como pareja de Barba. El de Martinica parecía cobrar ventaja sobre Quintero pero, a tenor de los gritos que le dedicó el técnico y del cambio al descanso, queda una plaza en el aire en la defensa. Quintero opositó con contundencia y dejó su carta de recomendación.

El último partido del verano, como la pretemporada en general, trae la confirmación de que el Sporting baila al son que le toca Carmona. Las apariciones, aún demasiado intermitentes, del nuevo diez rojiblanco alegran al equipo. Ayer dejó un gol que debería ser pieza de coleccionista en la mejores videotecas del ramo.

El Sporting confirmó que se siente más cómodo ante rivales de fuste, a los que puede dejar el peso del partido. Salvo por el error de Barba en la acción del primer gol donostiarra y por la calidad de los buenos peloteros del conjunto donostiarra, Mariño no pasó grandes apuros. Salvó, eso sí, el desempate en un cabezazo a quemarropa del codiciado Íñigo Martínez. Fue la única parada del día, pero mereció la pena y evitó la derrota de un Sporting que ilusiona.

El Sporting dejó los complejos en la caseta y salió bien plantado al partido, mirando a los ojos de un rival de clase alta. La Real Sociedad alteró su discurso, de juego fluido y abundancia de pases, para hacer saltar la resistencia rojiblanca con un pelotazo profundo. Fue Elustondo quien buscó la espalda de una defensa adelantada (mucho menos de lo que reclamaba Herrera a gritos) con un balón plano al que intentó llegar Barba de cabeza. El italiano, obstaculizado por Canales, midió mal y dejó una autopista a su espalda por la circuló William José derecho al corazón del área. Lejos de cualquier atisbo de egoísmo, el brasileño sirvió un balón de dulce para que Juanmi hiciera el primero.

Respiró el Sporting poco después, cuando el asistente anuló el segundo gol al propio Juanmi (fuera de juego dudoso) tras un pase magistral de Xabi Prieto. La desventaja en el marcador planteaba un escenario interesante. Pero no dio tiempo a ver si el Sporting era capaz de hacerse con el timón del partido. Un mal pase atrás de Illarramendi, una pillería de Carmona para llevarse el balón con la mano ante Raúl Navas y una genialidad del balear en la definición, devolvieron el escenario inicial.

De nuevo con empate, la Real Sociedad acrecentó su dominio, pero el Sporting resistía bien plantado sin sufrir rasguños de consideración. Ni siquiera el tiempo muerto para hidratar alteró el nuevo reparto de poderes.

A la vuelta del descanso, pudo adelantarse el Sporting con otro chispazo de Carmona que asistió a Bergantiños. El gallego, forzado en la definición, logró picar la pelota sobre Rulli, pero Elustondo achicó el peligro. Esta vez sí, la Real fue fiel a su estilo para agrietar la resistencia rojiblanca. Zurutuza dibujo un precioso envío raso y diagonal para la carrera de Canales, quien calcó la definición del primer gol con Xabi Prieto en el pase a la red.

A esas alturas, el Sporting, alterado por los cambios y sin un plan claro para meterle mano a su rival, parecía un equipo vencido. Hacía falta un giro inesperado para dar vida al rival. Ningún otro futbolista del Sporting es capaz de saltarse el guión como Carlos Castro. El de Ujo recibió un balón al espacio, encaró a Elustondo mientras le iba comiendo el camino hacia la portería y resolvió con su pie derecho y con la colaboración de Rulli, que dejó pasar la pelota a la altura de su axila.

El calor seguía pasando factura, a pesar de que la sombra conquistaba cada vez más áreas de césped, y los equipos daban síntomas de asfixia. La sensación era la de que el resultado no era demasiado incómodo para ninguno de los dos, aunque todos seguían mirando de reojo a la portería rival. Fue la Real quien tuvo a su alcance el partido en un córner ejecutado por el filigranero Januzat y que cabeceó recio y abajo Íñigo Martínez. Esta vez sí, Mariño dio una gran respuesta que no sirvió para alejar el peligro. A la segunda, fue Quintero quien tapó el nuevo remate del central pretendido por el Barcelona.

El Sporting despide la pretemporada con un ilusionante empate ante una gran Real, con las dudas sobre la fluidez de su juego y con las certezas de su fortaleza defensiva y de su enorme pegada. Julen Lopetegui disfrutó desde la grada de un buen partido, con pocos seleccionables. El sportinguismo espera con ilusión que empiece la cuenta atrás para el ascenso.