Queda la esperanza de que se trate de un constipado veraniego fruto del cambio brusco de temperatura, pero habrá que esperar a nuevas pruebas antes de valorar si se diagnostica un proceso incubado desde el descanso del derbi. Es innegable que el Sporting sufrió un bajón de defensas con las ausencias de Mariño y Álex Pérez y que al equipo se le atragantó el reconstituyente recetado por Paco Herrera, quien ayer no dio con la tecla al cambiar medio equipo yendo mucho más allá de lo necesario. Sea como fuere, el Sporting se quedó frío en Soria y el globo de la ilusión rojiblanca desinfló de forma evidente en apenas una semana.

En Los Pajaritos no quedó ni rastro de aquel equipo sólido y contundente que dominaba las áreas. Al Sporting de ayer le rechinaron los engranajes, incapaz de proteger al debutante Whalley y de canalizar las posesiones estériles en ocasiones de gol. Al esqueleto del equipo le faltaron piezas estructurales en todas las líneas. Colaboró a ello Paco Herrera, que en un día con cuatro ausencias decidió también sacrificar a Stefan Scepovic, limando así de forma manifiesta el filo de su equipo.

No sirve la coartada de la mano clamorosa de Íñigo Pérez (en realidad usó los dos brazos para quitarle la pelota a Carmona) en la acción del primer gol local. Tampoco tuvieron la suerte de cara los rojiblancos, como quedó de manifiesto cuando el larguero repelió un zurriagazo de Santos que hubiera supuesto el empate.

Fue un mal día para que Whalley estrenase titularidad en Liga. Los tres primeros remates entre palos del Numancia terminaron en gol y queda la sensación de que el aragonés pudo hacer mucho más en la acción del segundo tanto. Al Sporting de nuevo le faltó fútbol. No le salió bien a Herrera esa idea que tanto le gusta de juntar a Álex Bergantiños y Sergio (ayer el avilesino un paso por delante). El sacrificio futbolístico no se vio recompensado con seguridad defensiva. Fracaso también la sorprendente apuesta por Borja Viguera, desdibujado en la izquierda e inadvertido en ataque. De paso se mandó a Santos a la punta de lanza, donde le faltó campo para correr. La lista de novedades la completó Calavera, que sufrió de lo lindo con Mateu y Ripa y sin encontrar la colaboración de Rubén García. El doble puñal de la derecha se convirtió en una fuga de agua.

El primer tropiezo de la temporada debe digerirse como una cura de humildad de la que hay que sacar lecciones. El primero, Paco Herrera, porque sí hay una diferencia evidente entre los titulares y los reservas. La gestión del vestuario tiene su importancia, pero nunca a costa de sacrificar puntos importantes como los perdidos en Los Pajaritos.

Con medio equipo titular fuera de plano, el Sporting interpretó un papel secundario. No fueron los rojiblancos ese equipo protagonista que demanda Paco Herrera. Bien es cierto que el técnico contribuyó a desenfocar al equipo. Sin la referencia de Stefan Scepovic y con Bergantiños y Sergio como creativos, el equipo naufragó y sucumbió a la primaria propuesta de un Numancia que interpreta como nadie los secretos de Los Pajaritos.

Sí acertó Herrera en su análisis del rival, que despachó al Sporting con un robo (previa mano clamorosa) en la frontal del área y con una jugada de estrategia. Dos acciones básicas que desnudaron a la defensa rojiblanca, descolorida ayer. Y así fue como el Sporting se vio con dos goles abajo en un partido que invitaba al empate a cero.

En este nuevo escenario, y con la Mareona ya reclamando testiculina, el Sporting sí se remangó los machos y dio un paso al frente. Sin más argumentos que el de adelantar líneas y aprovechar la inercia del Numancia para guardar la ropa, el equipo rojiblanco encerró a los locales. No hubo en esta fase grandes ocasiones y fue más una sensación de que algo podía pasar. El portero local permanecía inédito, sin más sobresalto que el estallido en el larguero del latigazo de Santos.

A la salida de vestuarios, Paco Herrera pareció admitir su error y quiso buscar más fútbol con la entrada de Álex López en lugar de Bergantiños. El gallego no parece, a día de hoy, una solución capaz de canalizar el juego del equipo y mucho menos de discutirles el puesto a Carmona o a Moi Gómez, ausente ayer por el feliz nacimiento de su hija, que no trajo una victoria bajo el brazo.

Con más empuje que fútbol, el Sporting fue encerrando al Numancia. La angustia era rojiblanca, al ver correr los minutos sin crear situaciones de gol. El Numancia se encontraba en su escenario soñado, sin sentir agobios y agazapado a la espera de soltar el zarpazo definitivo. Tuvo algunas llegadas con poca chicha el Sporting, pero era el Numancia el que metía miedo de verdad. Avisó Manu del Moral, con un disparo al lateral de la red tras una buena conducción de Íñigo Pérez. Pero la mordedura definitiva la dio de nuevo Pablo Valcarce al superar con facilidad a Whalley tras una asistencia de Mateu.

Herrera, que se había equivocado de inicio, tampoco acertó con los cambios. Ya fuera como solución desesperada o porque ya lo daba por perdido, el técnico oxígeno en las piernas poco gastadas de Carlos Castro y de Pablo Pérez y resguardó a Carmona, al que visto lo visto, le esperan pocos descansos este curso.

A esas alturas ya estaba claro que el Sporting saldría escaldado de Soria. Lo más a lo que podían aspirar los rojiblancos era a lavar su imagen acortando la desventaja, para lo que no hicieron méritos, y sobre todo que no se agrandase la herida. Si el partido ante el Numancia se planteaba como un termómetro para medir los efectos secundarios del derbi, parece claro que el Sporting necesita un tratamiento de choque.

Ya se sabía que las visitas a Soria siempre son complicadas, pero se esperaba que los rojiblancos diesen menos facilidades y que fuesen capaces de llevar el peso del partido y de asustar a su rival. El peor Sporting de lo que va de temporada fracasó de forma estrepitosa en Los Pajaritos y las dudas parecen ya haberse adueñado del equipo. El Numancia volverá a calibrar la recuperación rojiblanca el martes en la Copa, será un asunto menor, pero lo sucedido ayer llena este partido de interés por ver óomo gestiona Herrera esas dudas que se ciernen sobre el equipo. Al Sporting se le ha salido la cadena y el mecánico Herrera tiene conseguir que el equipo recupere el ritmo.