El Sporting repitió en El Sadar sensaciones similares a las vistas en su anterior visita liguera, al Numancia. Los rojiblancos volvieron a estar a merced del rival durante gran parte del encuentro con el agravante, en esta ocasión, de que el guardameta de Osasuna apenas tuvo que emplearse. Lo hizo en una ocasión y para evitar que uno de sus compañeros marcara en propia puerta. El cabezazo de Aridane, que pudo suponer el empate, resume la preocupante falta de recursos del equipo de Herrera, que sólo contabilizó ese envío entre los tres palos a lo largo de los noventa minutos.

Ni los problemas de Sergio Herrera con la lentilla colocada sobre su ojo derecho, motivo por el que tuvo que pararse el partido para que el meta de Osasuna acabara de restablecerse, ayudaron al Sporting. Tampoco le exigieron los gijoneses como para poder comprobar si la visión del cancerbero rojillo estaba a pleno rendimiento. La reacción del conjunto rojiblanco al chaparrón inicial de ocasiones locales, con tanto incluido, tardó en llegar. Y lo hizo de forma tímida. Herrera pareció dar cierta energía a sus jugadores durante el tiempo de descanso. No la suficiente para pisar el área rival con mayor decisión. Los mejores acercamientos fueron a balón parado y el que contó con mayor peligro lo hizo un defensa de los rojillos.

El arreón del Sporting al inicio de la segunda parte fue demasiado corto. El entrenador empezó a mover banquillo y dio un giro al sistema para tratar de apurar a un Osasuna que se veía con el partido resuelto. La entrada de Michael Santos mostró un dibujo diferente. El uruguayo compartió la punta de ataque con Scepovic, sacrificando Herrera a uno de los pivotes. La apuesta por dos delanteros tampoco acabó de mostrar un conjunto con mayor presencia en el área. La ambición parecía más del otro lado. Y es que la aparición de Miguel de las Cuevas, en lugar de Roberto Torres, fue suficiente para que Mariño volviera a encontrarse con ciertos problemas. Los cambios también mostraron a Isma López como centrocampista zurdo. Un puesto en el que el propio técnico rojiblanco ya reconoció que no lo ve como el más adecuado para él. El escenario era especial para el jugador por su pasado rojillo, y en su entrada se presume cierto deseo de premiar su entrega.

La preocupación es más grande cuando se ve que los problemas del Sporting para encontrar una continuidad en su fútbol van en aumento y se agudizan a domicilio. El daño de aquella segunda parte ante el Oviedo fue algo más que la presión de fallar en un derbi. Los rojiblancos se quedaron en El Sadar sin la oportunidad de tener que lamentarse de un error en ataque o de falta de acierto en determinadas ocasiones. No hizo los deberes para batir la portería del rival, por lo que máximo a lo que podría haber alcanzado es un empate. Osasuna desnudó estas esperanzas y Mariño evitó una goleada.