El Sporting entró al partido con el propósito de que Sergio y Bergantiños secaran a los dos mediocentros de la Cultural, Yeray y Mario Ortiz. El plan, el visto ante el Sevilla Atlético, no contaba con Señé. El exjugador del Oviedo, de inicio en la mediapunta, vio el panorama y se metió en el centro del campo a ayudar. En él se apoyó la Cultu para crecer tras un primer cuarto de hora de tanteo y poco trabajo para los porteros.

El inicio volvió a evidenciar los problemas del Sporting para mandar con el balón. Tardó el equipo en comprobar cómo ensanchando el campo todo es más fácil. Dos llegadas por banda de Calavera y Canella, sin acierto en el remate, lo demostraron. El partido comenzó entonces a pedir velocidad en la circulación y juego al espacio para aprovechar las alegrías en ataque de una Cultural que cuida poco las espaldas. Ahí, los de Herrera, siguen atascados. Rubén García lideró dos contragolpes que se quedaron en intentos. Primero, por tardar en encontrar a Scepovic, y después, porque el que estuvo lento entonces fue el serbio.

La Cultural fue la primera en pisar con decisión el área rival. Aridai trazó una diagonal envenenada desde el costado izquierdo que, tras dos rechaces, dejó al atacante culturalista con el balón en el punto de penalti. Recortó y armó un disparo demasiado alto para alivio de Mariño. El Sporting, sin embargo, tuvo que esperar al balón parado para tener la más clara. Un saque de esquina de Carmona terminó en pies de Bergantiños. La volea del gallego estuvo a punto de mandarla dentro Barda, de no ser por el oportuno desvío de Víctor. Ya había tenido que hacer otro cambio el Sporting, el del lesionado Canella, que dejó su sitio a Moi Gómez. Los excesos de la Liga al hacer los calendario tienen también estas consecuencias.

La segunda parte comenzó con Barba e Iza Carcelén por los suelos. La falta, en la frontal del área rojibanca, levantó a la afición del Reino, esperanzada en ver cómo los suyos le complicaban la vida a otro de los grandes de la categoría. Aguantó el chaparrón el Sporting hasta que la estrategia volvió a sacar el máximo rendimiento a su propuesta. Pedía la Mareona testiculina a su equipo cuando una falta desde el costado derecho, botada por Moi Gómez, encontró al mismo que despachó el partido ante el Sevilla Atlético, Sergio Álvarez.

El gol dejó al conjunto entrenado por Rubén de la Barrera desconcertado. Moi Gómez, que había mandado a Rubén García a la banda izquierda para colocarse él por detrás de Stefan, se frotó las manos. Un pase del alicantino entre líneas, de esos que costó ver en la primera parte, dejó a Rubén frente a Paltasí. El meta de los leoneses estuvo más acertado, pero la fe de Bergantiños hizo el resto. El gallego cazó el rechace y, su envío, entre la intención de golpear y la ayuda de que el balón ya venía tocado, hizo el segundo, dejando el partido visto para sentencia.

Rubén de la Barrera movió entonces el banquillo para intentar hacer cosquillas a un Sporting más cómodo que nunca. Mariño se marchó sin ser exigido y Herrera aprovechó para dar descanso a Stefan e introducir a Viguera, por delante de Castro. No hay tiempo para celebrar demasiadas cosas, ya que el viernes espera el Huesca en El Molinón. Un rival que por trayectoria y argumentos añadirá exigencia al poco vistoso pero efectivo planteamiento de los rojiblancos.