El Sporting B saca pecho en un duelo entre las dos canteras más productivas del fútbol español en los últimos años y demuestra que los guajes de José Alberto van en serio y que su buena situación en la tabla ha dejado ya de ser una anécdota. Lo saben sus rivales. Ayer mismo, el filial de Osasuna compareció en Mareo con una defensa de cinco, en un claro gesto defensivo para tratar de minimizar los daños. No le sirvió de nada ante un Sporting B que golpea con furia y que tumbó a los de Tajonar a las primeras de cambio. Los guajes se fueron a comer con el traje de líderes, a la espera del partido del Mirandés. No está mal para un recién ascendido al paso por el primer tercio de temporada.

La primera conexión con criterio de los rojiblancos terminó en la red visitante. Nacho Méndez condujo una contra con el periscopio levantado, oteó la llegada lanzada de Cayarga sobrevolando la línea de cal y abrió el balón a la izquierda. El gemelo tiró un recorte y ganó el espacio necesario para meter un centro venenoso al área, donde Claudio, en un movimiento de anticipación, se merendó a los centrales y resolvió el partido.

Con siete minutos jugados, el Osasuna B se dio por vencido. Había planteado el partido para no perder y no tuvo argumentos para intentar empatar. El filial rojillo, que se presentó en Mareo con un central de 28 años, dejando claras sus prioridades, mantuvo el discurso y no descompuso el gesto hasta que Rubio vio la segunda amarilla y dejo al Osasuna B en inferioridad. El Sporting B quiso dejar resuelto el trámite y lo hizo en una arrancada de Carlos Cordero que batió líneas con decisión y sirvió a Claudio, quien mejoró la jugada con un gran control y provocó el derribo dentro del área de Endika. El devorador del gol transformó el penalti.

Ni siquiera la rigurosa expulsión de Nacho Méndez, en una decisión que pareció excesiva, alteró a los rojiblancos, que siguieron con su autoritario dominio del partido. Un libre directo de Isma Cerró que se tragó Gonzi elevó la goleada al marcador antes aún del descanso.

La segunda mitad fue un trámite necesario en el que el Sporting se dedicó a guardar la ropa y Osasuna quiso lavar su imagen. Lo hizo Quique Barja, el único rojillo junto a Otegui que plantó cara a los guajes de Mareo. El delantero, que ya debutó en el primer equipo, marcó el gol del honor en una buena acción individual. Cayarga pudo completar el póquer tras un buen pase de Traver al espacio, pero esta vez sí, Gonzi sacó una buena mano abajo. Bajo la atenta mirada de Torrecilla, el Sporting B quiso lucirse y reivindicar su talento ante la apertura del mercado.