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Análisis

El Sporting de las dudas y el desorden

El Sporting tardó cinco minutos en hacer un gol y otros ochenta y cinco en encontrarse. El conjunto rojiblanco sumó un empate ante el Valladolid que casi se tiene que dar por bueno entre el desorden y la sensación de vulnerabilidad que mostró el conjunto de Paco Herrera en el lugar en el que se siente más fuerte: El Molinón. Mariño evitó la derrota y Scepovic y Santos pudieron dar la victoria.

Tres cambios y un percance

El plan inicial era que Moi Gómez, Isma López y Scepovic protagonizaran las tres novedades en el once presentado por Paco Herrera ante el Valladolid. Cambios para volver a ganar después del tropiezo en Reus. El serbio recuperó la titularidad, cuatro jornadas después, en sustitución de Viguera. Lo hizo para ejercer como el hombre más adelantado, desplazando a Santos a la banda izquierda. Un carril zurdo que completó Isma López, en lugar de Canella. Por último, Moi Gómez ejerció como enlace con la delantera, siendo Rubén García el que actuó en el carril diestro, del que se había adueñado Carmona. El balear completó la lista de damnificados. Todo cambiaría antes de iniciarse el partido, al caer Sergio lesionado.

Canella, sustituto de Sergio

Acababa de iniciarse el calentamiento cuando Sergio se echó la mano a la pierna derecha, avisó al banquillo, y abandonó el campo cojeando. La baja de última hora del avilesino reabrió la puerta de la titularidad a Canella y retocó las posiciones. El de Pola de Laviana ejerció como lateral izquierdo e Isma López acompañó a Moi Gómez en un doble pivote en el que Bergantiños actuó un paso por detrás. Rachid, que había sido descartado, se sumó al banquillo.

Scepovic contesta con gol

Cinco minutos en el campo, y gol. Scepovic contestó de esta forma a su prolongada suplencia. El serbio cabeceó a la red un centro a media altura de Jordi Calavera para estrenar el marcador y demostrar al entrenador que su sitio está en el equipo titular. Lo festejó con rabia. Estuvo generoso en el trabajo, pero llamó la atención su escaso miedo a dejarse ver por banda, uno de los aspectos por los que el técnico rojiblanco justificó su suplencia. Pudo hacer más.

El árbitro y la alerta amarilla

El Sporting se fue al descanso con tres cartulinas amarillas en un partido que, hasta ese momento, no había sido demasiado trabado. Santos, Bergantiños y Calavera fueron amonestados por cumplir con una de las máximas del entrenador: atreverse a hacer faltas para cortar ataques del rival. Cordero Vega, colegiado cántabro, fue un tanto más condescendiente con el rival. El Valladolid no vio la primera tarjeta hasta la prolongación del primer tiempo.

Perdidos por sistema

Hasta tres cambios de sistema acumuló el Sporting antes del descanso. El conjunto rojiblanco mutó del 4-2-3-1 previsto, a un 4-1-4-1, pasando por un 4-1-3-2. No se sabe en qué medida por instrucciones de su entrenador, o por la libertad que se tomaron alguno de sus futbolistas para modificar el plan establecido. Lo cierto es que Santos se llevó una buena bronca de Herrera por abusar de actuar en zonas cercanas al área y descuidar el carril izquierdo. También que el equipo mostró cierta desesperación por no saber qué cometido debía realizar. La prueba estuvo en que los jugadores se acercaban al banquillo cada dos por tres para aclarar lo que les pedía el entrenador. Ni el paso por los vestuarios resolvió las dudas ni la imagen de un Sporting que durante muchos minutos pareció perdido en el campo.

Siempre quedará Mariño

Como viene siendo tradición en cada partido del Sporting, Mariño siempre aparece para salvar un gol cantado. Pase o no el equipo apuros. En esta ocasión los pasaba cuando el gallego sacó la manopla izquierda, mediada la segunda parte, para responder a un cabezazo de Borja que se iba para adentro. No fue la única. La repitió a falta de diez minutos. Con la misma mano y ante el mismo rival. El puño cerrado con el que celebró su parada fue un golpe a la esperanza pucelana de lograr el empate y su particular revancha al mal trago que pasó en Valladolid por culpa de Carlos Suárez, presidente blanquivioleta.

Otro gol a balón parado

El Sporting pudo cerrar el partido y lo terminó pagando. Scepovic desaprovechó dos claras ocasiones para hacer el segundo y mandar a dormir a un Valladolid peleón. Primero, en un centro desde la izquierda de Santos que no acertó a empujar. Después, tras plantarse solo ante Masip, héroe de los vallisoletanos. El meta catalán detuvo una tercera ocasión para que los de Herrera abrieran brecha en el marcador, ante Santos. Tanto perdonó el equipo, que Luismi, al cabecear un saque de esquina, hizo el empate. Es el segundo gol que el equipo recibe a balón parado, y de manera consecutiva, tras la falta que costó la derrota en Reus.

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