Con el inicio de la temporada, uno de los primeros y más visibles cambios que produjo la llegada de Paco Herrera al Sporting, fue el de recuperar como banquillo local para los partidos a disputar en El Molinón, el situado más próximo a la vera del Piles. Una ubicación que a pesar de ser casi histórica, el anterior entrenador aduciendo para ello un beneficio estratégico, tuvo a bien cambiar. Lo mismo que hizo con otras costumbres o tradiciones donde la estrategia poco o nada tenía que ver. Pero ahora es Herrera quien tras los pésimos resultados cosechados en las últimas jornadas, ha pasado también a ser noticia por pasar a sentarse figuradamente en otro banquillo: el de los acusados.

Desde que el fútbol es fútbol, esta causa que se ha abierto contra el técnico catalán y que es secundada por un nutrido sector de la afición rojiblanca, es el procedimiento más habitual que se sigue en primera instancia cuando los resultados no acompañan a un equipo. Se busca de este modo un culpable que salvo raras excepciones, suele pasar por la figura del entrenador.

En este juicio donde veremos si al final Herrera no ha de recurrir a un abogado de oficio, pesan como el plomo en su contra, aquellas palabras que pronunció el acusado al ocupar su cargo. Se manifestaba entonces como un ferviente amante de la cantera y que por ello, se inclinaba por disponer de una plantilla corta y poder echar mano del segundo equipo en caso de necesidad. Sin embargo es un hecho más que probado que no ha obrado en consecuencia. Se podría decir incluso que más bien al contrario. Y es por esta misma razón que la baja de Sergio no puede ser considerada como un atenuante en su defensa.

Ahora bien: no es menos cierto que sería justo también plantearse la cuestión fundamental de que si con otro entrenador sentado en el banquillo (el deportivo, se entiende), esta plantilla sería capaz de ofrecer un rendimiento muy distinto. Pues en función de la respuesta que se diera, pudiera ser entonces que fueran otros los que hubieran de subir al estrado como principales inductores, cooperantes o cómplices del delito que se esconde tras este equipo sin vida que es el Sporting.

El tiempo juega en contra o a favor de Herrera en virtud de lo que pudiera ocurrir este próximo fin de semana. No obstante, aun resultando inocente o absuelto por falta de pruebas definitivas, en absoluto puede descartarse que el juicio se hubiera de repetir. A fin de cuentas si algo hay que entretenga más que el fútbol, es el poder impartir justicia. La de cada uno, por supuesto.