Paco Herrera será el entrenador del Sporting, que vivió ante el Zaragoza su momento más crítico desde la llegada al Sporting. Tanto el consejo de administración como el director deportivo, Miguel Torrecilla, han gestionado la crisis en que están sumidos el Sporting y su técnico con la máxima prudencia, y se han cuidado mucho de ratificar al entrenador, lo que en el mundo del fútbol suele ser el paso previo a la destitución. Lo han hecho de manera indirecta y con gestos bien cuidados. El primero el del máximo accionista, Javier Fernández, quien delega toda la responsabilidad de la decisión sobre el futuro del entrenador en el director deportivo, Miguel Torrecilla, que fue quien lo escogió y quien, llegado el caso, tendría que buscar sustituto. También Torrecilla ha exteriorizado su apoyo a Paco Herrera con una visita ayer al vestuario antes de la primera sesión de entrenamiento.

Tanto el consejo como el director deportivo son reacios a dar por fracasado un proyecto que logró ilusionar al sportinguismo en su fase de diseño hasta superar los 24.000 abonados, pero que ha ido perdiendo adeptos para dejar El Molinón semivacío. Lo único seguro es que no habrá movimientos antes del encuentro ante el Barcelona B, pero al calor de la presa han comenzado ya a llegar a Mareo los primeros ofrecimientos de entrenadores. La de ayer no fue una jornada cualquiera, por más que los protagonistas se empeñaran en bañarla en normalidad. Además de la actividad del director deportivo y sobre el césped, también hubo trajín en la planta noble. Javier Fernández, Javier Martínez, Fernando Losada y Ramón de Santiago coincidieron en las oficinas pasadas las dos de la tarde. La versión oficial es que no hubo reunión del consejo de administración, pero es evidente que han tratado el asunto.

Nadie esconde la preocupación que ha calado en todos los estamentos del club por la deriva que ha seguido el equipo. La falta de identificación de la grada con el Sporting, las protestas airadas, la creciente crítica hacia el entrenador y las extrañas decisiones adoptadas por él son las principales fuentes de preocupación. También la inusual plaga de lesiones musculares que sufre la plantilla y cuyas causas no están claras, pero generan sospechas sobre la preparación física.

En el entorno del club también se han encendido las alarmas. Paco Herrera mantuvo la semana pasada un encuentro con algunos destacados representantes de los veteranos del club en el que se repartieron consejos sobre las prioridades del sportinguismo. Herrera no ha escuchado a sus excompañeros. Las dudas acechan ahora en torno al entrenador del Sporting que aparece cabizbajo y alicaído, como un hombre superado. Paco Herrera recibió ayer el cariño de su amigo Manolo González, que se encuentra en la ciudad, pero son muy pocos los que creen que en el entrenador vaya a ser capaz de revertir esta situación.

A la falta de fútbol crónica del equipo se han sumado unos planteamientos discutibles y conformistas, impropios de un candidato al ascenso. Además, Herrera se rodea de su núcleo de futbolistas de confianza y no deja resquicio para un jugador tan determinante como Scepovic o para el talento emergente de Nacho Méndez.

El entrenador ha tenido que desdecirse ya en varias decisiones anteriores al recurrir a Rachid y Juan Rodríguez, futbolistas a los que había descartado, mientras mantiene su respaldo a jugadores que están ofreciendo un rendimiento muy pobre. El próximo capítulo se escribirá en Barcelona ante el filial azulgrana.