Era tema de debate en la previa del partido si el Sporting conseguiría hacer bueno el famoso refrán de que a entrenador nuevo, victoria segura. Y si en su estreno en El Molinón, podría verse de inmediato ese ‘efecto Baraja’ al que sin saber muy bien en qué consistiría, no pocos sportinguistas se aferraban como última esperanza para que los sueños de gloria del inicio de temporada, no se esfumaran casi definitivamente sin haberse disputado siquiera la primera vuelta.

Se presentaba así el ex jugador del Valencia ante un estadio de El Molinón, que una vez más respondió a los suyos con una más que notable entrada. De partida, Baraja dejó a un lado esquemas con jugadores entrelíneas y apostó por el más clásico de los clásicos 4-4-2. Jugar con dos puntas en casa era algo que desde hacía tiempo no se veía a la vera del río Piles.

Siendo honestos, salvo por ese cambio en el diseño táctico, la primera alineación del ‘Pipo’ la hubiese podido firmar el propio Herrera. No hubo grandes sorpresas de última hora y Juan Rodríguez volvió a ejercer de lateral derecho a pesar de la convocatoria de Montoro, Isma salió por delante de Canella en banda izquierda, Nacho Méndez formó pareja con el recuperado Bergantiños y arriba se reencontraron Santos y el reaparecido Scepovic. Por cierto que el serbio pasará por ser el primer jugador al que sustituye Baraja como entrenador del Sporting. Pero como el partido estaba ya como estaba, el jugador fue despedido entre aplausos. Las cosas como son.

Algo que pronto se vio sobre el campo, con independencia de que el equipo lograra adelantarse en su primer acercamiento con peligro, cuando aún no se había cumplido ni el minuto cinco (aquel donde en otros tiempos se protestaba la gestión de un club ahora “técnicamente” saneado), fue que el Sporting de Baraja buscaba apretar al rival, intentando ahogarle en la salida del balón. Tampoco nada que no se hubiera visto con Herrera, aunque no se sabe muy bien el motivo, de repente esa actitud agresiva con el técnico catalán desapareciera. Una presión en este caso que los jugadores del Tenerife sufrieron en sus piernas, nunca mejor dicho.

Del cuadro tinerfeño ya se había avisado que fuera de casa, su rendimiento nada tenía que ver con el que está ofreciendo en el Heliodoro Rodríguez. Y a tenor de lo visto sobre el césped, se podría decir que resultó el mejor rival para romper la pésima dinámica de resultados en la que llevaba inmerso el Sporting desde el pasado mes de noviembre.

Por ello, antes de que alguno se apresure a lanzar las campanas al vuelo, convendría mantener los pies en el suelo de cara al partido del próximo miércoles en Granada, donde un nuevo resultado positivo, sí que podría entonces llevarnos a hablar del ‘efecto Baraja’. Porque a ver quién niega que ese 2-1 anulado a los canarios, no le hizo correr un sudor frío por la espalda, con veinte minutos aún por jugarse.

A veces, el mayor mérito de un entrenador estriba en no complicar lo que es sencillo. Y ahí pudo estar uno de los graves errores de Herrera. Como cuando no se atrevía a alinear a un Nacho Méndez que ante el Tenerife, demostró que es un jugador que como mínimo, merecía haber tenido las mismas oportunidades que otros sí tuvieron. Pongamos por ejemplo las que sí tuvo Moi Gómez, quien cosas del destino, en uno de los días en los que menos minutos disputó, logró sin embargo marcar. Así todo de verdad se vuelve más sencillo.

Es obvio que a Baraja le queda mucho trabajo por hacer. En su debut en el banquillo sportinguista, apenas se sentó en él ni un minuto. Era el primero en ser consciente de la importancia de comenzar con buen pie. Y así lo ha conseguido. Manteniendo además la portería a cero y siguiendo con esa curiosa estadística de que todas y cada una de las siete victorias que lleva el Sporting en esta temporada, las ha logrado cuando ha sido capaz de no encajar un gol.

Ahora sólo cabe esperar que este 3-0 con el que Baraja ha inaugurado su cuenta de victorias al frente del Sporting, suponga de verdad un punto de inflexión en la trayectoria rojiblanca. Y que los cambios de actitud que en algunos casos se percibieron sobre el campo, se mantengan con el transcurrir de las jornadas.

Post Scriptum: la duda es del todo procedente y sólo puede ofender a quien se pudiera dar por aludido; pero ya al descanso, en los urinarios del centenario estadio gijonés, más de un aficionado hablaba de camas, colchones y sábanas.