No juega con cartas marcadas, aunque es cierto que llegó a Gijón con la lección bien aprendida. A pesar de su juventud, Rubén Baraja ha sabido respetar los códigos que marcan la filosofía y la lógica del Sporting y ha entrado con buen pie en el universo rojiblanco. La buena ventura se lee descifrando los arcanos de la baraja del tarot, pero la del Sporting apareció aplicando el sentido común futbolístico. Llegó Baraja al Sporting y colocó a cada uno en su sitio para reubicar las aspiraciones del equipo.

Sobrio hasta en el vestir. Lo poco que se va conociendo de Rubén Baraja dibuja la silueta de un hombre serio, parco en grandes titulares y sobrio incluso en el vestir. Para su estreno en el Sporting eligió unos pantalones negros, unos zapatos deportivos y un cazadora de plumas negra y corta. La única nota de color la dio un jersey burdeos de cuello redondo.

El rezo antes del calentamiento. Más allá de cualquier polémica, Rubén Baraja vino a demostrar que hablando se entiende la gente y que se pueden conjugar las manías de entrenador y las tradiciones de club. Fernando Fueyo, capellán del Sporting, cumplió con el rezo del Padrenuestro, del que tomó parte todo el cuerpo técnico, pero con una leve modificación del protocolo. La oración se adelantó al momento previo al calentamiento y no justo antes del partido. Baraja quiso, eso sí, privacidad en el último momento y pidió al cura, a los utilleros y a los masajistas que le dejaran a solas con los futbolistas.

Los suplentes participan del calentamiento. Una de las primeras novedades que llamaron la atención es que todos los futbolistas convocados se implicaron en el calentamiento, al menos en una de las fases. En su tramo final es cierto que los suplentes realizaron el típico rondo, pero durante la mayor parte de los ejercicios preparatorios trabajaron junto a los titulares.

Siempre de pie. Aunque es un hombre de apariencia tranquilo, Rubén Baraja vivió el encuentro con mucha tensión. El técnico no se sentó en el banquillo en ningún momento y vio los noventa minutos de pie, de forma muy activa, dando indicaciones, animando continuamente y recorriendo el área técnica una y otra vez.

También dirige las estrategias. Al contrario de la tendencia dominante en el fútbol actual, por la que el primer entrenador se sienta cuando hay un balón parado y sale el segundo a dirigir la estrategia, Rubén Baraja prefiere ser quien de instrucciones en todo momento. También durante el balón parado hace pequeños ajustes en las marcas, corrige posiciones y gestiona los replanteamientos que haya que improvisar.

Los saques siempre en corto. Una de las diferencias más evidentes entre Baraja y Herrera es que el juego se elabora mucho más. Empezando por Diego Mariño que prácticamente ha desterrado ya los saques en largo. También han caído en desuso los pelotazos en largo de los centrales, que ahora buscan a los centrocampistas o una salida por banda.

Defensa muy adelantada. Rubén Baraja no quiere que el equipo se meta atrás. Una de las constantes en sus indicaciones fue la de adelantar la defensa, algo que se hizo especialmente evidente en una falta a la altura de los banquillos en la que situó la zaga varios metros fuera del área.

Presión alta hasta el final. La ambición que el nuevo técnico transmite al equipo quedó de manifiesto en el minuto 83. Tras una ocasión fallada, el Tenerife sacaba de banda cerca del córner propio y Baraja ordenó una presión alta que permitió al equipo recuperar el balón en una zona de peligro.

Mimos para los suplentes. Rubén Baraja cuida los detalles y estuvo atento a prodigar mimos y felicitaciones a los futbolistas sustituidos, guiando así el aplauso del público.

Amago de paseíllo. Al término del encuentro, Baraja dudó entre salir al centro del campo a felicitar a sus jugadores y saludar al público. Finalmente, reculó, saludó a Martí con deportividad y se retiró a los vestuarios para una celebración íntima, dejando todo el protagonismo para sus futbolistas.

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