Llevaba en El Molinón tres partidos frío, no solo por la lluvia y la temperatura, también por un ambiente enrarecido, desangelado y lejano. Un solo punto había congelado los ánimos de la afición rojiblanca, desencantada con los suyos, y que solo había podido medio saborear el empate ante el Valladolid, porque después llegaron las derrotas ante Cádiz y Zaragoza. Hasta que ayer, con Baraja al frente, El Molinón recuperó la sonrisa y disfrutó de nuevo con un triunfo de los suyos, que no se producía desde el pasado 28 de octubre cuando los rojiblancos ganaron al Almería por 2-0.

La primera toma de contacto del Pipo Baraja fue positiva. De un plumazo se recuperaron 4.000 espectadores que habían faltado ante el Zaragoza, el último partido que Paco Herrera dirigió en El Molinón, cuando asistieron 15.980 rojiblancos, mientras que ayer se volvió a pasar la barrera de los 20.000 aficionados. Es cierto que la hora favorecía, ya que los últimos tres partidos habían sido a las 20.30 horas, con lluvia y frío, y con los partidos televisados en abierto. Pero es cierto que el sportinguismo tenía ganas de conocer a su nuevo entrenador. Y ayer, como si de una primera cita se tratase, los nervios iniciales se transformaron en una buena sensación de que la relación puede cuajar y que el Sporting aún está a tiempo de volver a engancharse al objetivo del ascenso.

Entre los asistentes al partido de ayer en El Molinón estuvieron Luis Antonio Vidal y Miguel Esteban, de la Peña Sportinguista de Londres, aprovechando la cercanía con las fiestas navideñas. También acudieron a El Molinón un grupo de niños del programa "Promoción del éxito escolar" junto a los monitores voluntarios de Cruz Roja de Siero. Y todos ellos se emocionaron de nuevo con un triunfo rojiblanco en casa dos meses después.