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José Alberto López | Entrenador del Sporting B

"Sueño con llegar al Sporting como cualquier chaval de Mareo"

"No me decepcionó no ser el elegido tras la marcha de Herrera; me siento valorado por el club y la afición"

José Alberto López. JULIÁN RUS

El Sporting tiene en su filial el espejo en el que mirarse. El Sporting B cierra un 2017 perfecto. Tras ascender en junio a Segunda B se ha convertido en la revelación de la categoría, en la que marcha segundo clasificado. Mucha culpa la tiene José Alberto López Menéndez (Oviedo, 21-5-1982), un peleón por naturaleza. El entrenador del filial creció como el único sportinguista de tres hermanos, jugó en el Oviedo antes de que la marcha de "El Negro" de Mareo le dejara a las puertas de vestir de rojiblanco y colgó las botas a los veinte años obligado por un brote reumático. Luchó entonces por hacer carrera en los banquillos, mientras se licenciaba en Magisterio por Educación Especial y trabajaba en Ikea. Muchos le veían como el relevo ideal de Herrera para entrenar al Sporting. Él, pese a su temperamental carácter, es prudente.

- ¿Cómo definiría el 2017?

-Para el Sporting B, un año inolvidable. Me encontré el otro día, en el ordenador, vídeos que resumían la temporada del ascenso y todavía me emociono. Ha sido un año bonito también por el debut en el primer equipo de Dani Martín, Nacho Méndez o Pedro Díaz. Crecieron con nosotros y no hay mayor satisfacción para un entrenador que verles arriba. A nivel de club, sin embargo, ha sido un año complicado. El motor del Sporting es el primer equipo.

- ¿Cómo se consigue un ascenso y convertirse en el equipo revelación en Segunda B, cerrando el año segundo en su grupo?

-Cuidando los detalles y trabajando mucho y en equipo. Hay mucha gente detrás de todo esto, no solamente los que estamos ahora en el filial: Rogelio captó jugadores en categorías inferiores; Manolo (Sánchez Murias), intervino de manera directa en la confección de la plantilla; el club eligió el cuerpo técnico que formamos? Somos muchos.

- ¿Qué porcentaje tiene usted en este éxito?

-No lo sé. Lo tienen que decir lo demás. Atravieso un momento muy feliz. Me siento un privilegiado por ir a Mareo todos los días y salir con la tranquilidad del trabajo bien hecho.

- ¿Dónde recibe la noticia de la destitución de Herrera?

-Creo que estaba en mi casa.

- ¿Qué piensa en ese momento?

-Que es un momento difícil para el club. Sentí tristeza por Paco. Conectamos muy bien, tenemos una relación extraordinaria. Una destitución de cualquier compañero es complicada. Hoy es otro, pero mañana puedes ser tú.

- ¿Esperaba una llamada del club?

-No. Sé la posición que tengo dentro del Sporting. Me toca trabajar con el filial, seguir aprendiendo y formándome. Tampoco tenía que existir esa llamada. El club toma decisiones y a los demás nos toca acatarlas.

- ¿Cómo conoce que el elegido es Rubén Baraja?

-Me entero por el comunicado del club. Tampoco tienen que darme explicaciones antes, ni las quiero.

- ¿Torrecilla le ha explicado a posteriori la decisión?

-Sí. Tengo una buena relación con Miguel (Torrecilla). Hemos hablado muchas cosas.

- Después del gran trabajo que está realizando en el filial, ¿le decepcionó que no se le diera una oportunidad?

-No. Todo lo contrario. Me considero muy valorado por todas las personas que forman el club. Si de algo me han servido estos días es para darme cuenta de que, además, soy también muy querido por la afición.

- ¿Se ve abriendo algún día la puerta del primer equipo?

-Como sucede con mis jugadores, yo también estoy creciendo y me queda por crecer mucho más. El sueño de los chavales es el mismo que el de cualquier técnico de Mareo: llegar al primer equipo y mantenerte en El Molinón. Eso sí, siempre respetando mucho a los profesionales que ocupan la parcela deportiva, tanto en la dirección, como al entrenador del primer equipo. Hay que sumar desde la parcela en la que te toque estar.

- ¿Cree que le hará falta salir fuera para que pueda llegar esa oportunidad de dirigir al Sporting?

-No lo creo. Lo importante es sentirte valorado en el club, y yo ahora mismo me siento así. Tengo 35 años. No tengo ninguna prisa. Aprendo cosas nuevas cada día y me estoy preparando para que el día que tenga una oportunidad no defraude a los que me quieren ni a las personas del club que me hayan elegido.

- ¿Qué hace además de entrenar al Sporting B?

-Soy padre de una niña de cinco años y de un niño de dos. El poco tiempo libre que tengo se lo dedico a ellos, aunque me resulta difícil desconectar. Siempre estoy con el balón en la cabeza. Hay días de ir a cenar por ahí, ver un partido en la tele y memorizar las acciones de estrategia para después apuntármelas. Eso, para la familia, es complicado.

- ¿Sus hijos son conscientes de los éxitos de su padre?

-Sí. Van mucho por Mareo junto a su madre. Ven el escudo del club y para ellos no es el del Sporting, es el del Sporting B (se ríe). El pequeño no sabe casi ni hablar y va cantando por casa: "¡alé, Sporting B, alé!", porque se lo escucha a su hermana.

- ¿Cómo un chaval de Oviedo y que jugó en el Oviedo se hace del Sporting?

-Es curioso porque somos tres hermanos y el mayor, Aurelio, y el pequeño, Dani, son del Oviedo, mientras que yo salí del Sporting. Mi padre, Alberto, ya fallecido, era de León y terminó trabajando en la Química del Nalón, en Trubia. Se mudó a Oviedo junto a mi madre, Marife, que es de Grao. Ella también trabajaba. Montó una peluquería. Mi padre era del Barça. Siempre admiró a Quini, para él era Dios, y por extensión simpatizaba con el Sporting. A eso hay que añadir que yo, además, estaba muy metido por mis abuelos maternos, que eran muy del Sporting. Así empezó todo. Fui un poco el rebelde entre mis hermanos.

- ¿Y cómo empieza en el fútbol?

-Empecé a jugar en el Estadio, con cinco años. Con ocho me fui al Astur y mi hermano, Dani, igual. Era una condición que ponía mi padre, la de jugar en el mismo club siempre, para no tenernos desperdigaos. Cuando yo era alevín de segundo año, el Oviedo vino a buscar a Dani, y entonces mi padre dijo que o fichaban a los dos o a ninguno. Allí estuve hasta cadetes. Jugaba de central y como me quedé pequeñito, acabé de lateral derecho. Después jugué en el Estadio el primer año de juveniles, a la siguiente temporada fui a Veriña y ahí tuve mala suerte porque pude haber acabado en el Sporting. José Fernández, "El Negro" (ojeador del Sporting) me estaba siguiendo, pero ese verano el club lo rescindió. "El Negro" se fue a Avilés y me llevó para allá el último año de juvenil. Fiché por el San Lázaro, en Tercera División. Ese año tuve un brote reumático y decidí dejarlo.

- ¿En qué le impedía esa enfermedad?

-Una rodilla me dolía muchísimo. También la cadera y las manos. Con las manos era algo espectacular. Me acostaba y al día siguiente, si tenía el puño cerrado, no era capaz de abrirlo. Tardaron unos meses en detectarlo, pero ahora está perfectamente controlado.

- ¿Y por qué hacerse entrenador?

-Siempre fue muy líder, capitán de casi todos los equipos donde estuve. Era muy pesado con los compañeros, intentaba colocarlos, que el equipo estuviera bien situado. Era un poco la figura del entrenador en el campo. Comencé a entrenar niños pequeños en el Astur, en el último año que jugué al fútbol. Al siguiente empecé a sacar los títulos y en la 2007-08, Gerardo Fraile me llamó para participar en el Campus de Mareo. Al año siguiente, Pernía me volvió a llamar y a continuación, Emilio de Dios me propuso entrar en el club.

- Empezó como segundo entrenador y después si hizo cargo del infantil B.

-Sí. Estuve varios años en categoría infantil hasta que me llega una propuesta del Covadonga, de Tercera División. Era un mes de octubre, estaba en un momento de eso que dicen "zona de confort". Necesitaba saber si era capaz de hacer con adultos lo que llevaba tiempo haciendo con niños. Llevaban ocho puntos en ocho jornadas. A partir de ahí, estuvimos veintipico partidos sin perder. Nos quedamos a un punto de la promoción de ascenso.

- Volvió al Sporting, y tras coger al juvenil, ya no se le resistió la promoción de ascenso, pero con el filial.

-Además me quité otra espinita. En benjamines, cuando entrenaba al Astur, jugamos la final del Campeonato de España contra el Almería. Nos la trincaron. En el sorteo de la fase de ascenso a Segunda B, con el filial, nos tocó el Almería y tenía miedo de que me la liaran otra vez, pero al final se la devolví.

- ¿Cómo se ganaba la vida antes de dedicarse por entero a los banquillos?

-Empecé a estudiar Empresariales, pero no me gustaba nada. Siempre tuve vocación formativa y había intentado matricularme en Educación Infantil, pero no me dio la nota. Me metí entonces en Pedagogía y, tras el primer ciclo, me cambié a Magisterio por Educación Especial. Me encantó. Cuando acabé la carrera cogí un trabajo de verano, de empleado en Ikea. Al final estuve allí hasta hace un año, cuando me centré en esto.

- Usted conoce bien a la prometedora "generación del 98" de canteranos. ¿Pueden marcar un antes y un después en el primer equipo?

-Ojalá. El club está haciendo un esfuerzo grande con el tema de las becas para retener el talento. En momentos delicados, como el actual, grandes clubes vienen a Mareo a la caza. El Sporting está haciendo las cosas bien para que esos valores crezcan aquí y lleguen al primer equipo

- Marchan segundos en Segunda B. ¿Se ve disputando otra promoción de ascenso?

-Me encantaría. La permanencia está muy bien enfocada, sería difícilmente que nos escapara, pero sólo pienso en el siguiente partido, el del Gernika.

- Un deseo para el 2018.

-Para el filial espero que siga siendo un año como ha sido el que dejamos: extraordinario. Para el primer equipo, ojalá que todos podamos disfrutar del esperado ascenso a Primera. El club y la gente se lo merece.

- Parece más cerca el ascenso del filial que el del primer equipo.

-Ojalá se pudiera vivir un doble ascenso, pero el motor del club es el primer equipo y todos daríamos por bueno y celebraríamos, sin límite, que subiera solo el primer equipo.

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