Todo comenzó en el verano de 2005, cuando la empresa Coral Golf instó al concurso de acreedores del Sporting. El convenio de acreedores, aprobado un año después por el juez Javier Antón Guijarro, con un respaldo del 70,11% y una deuda reconocida de 50,7 millones de euros, no fue firme hasta octubre de 2007. Incluyó tres vías para saldar la deuda: una quita del 50% pactada con algunos acreedores, la condonación acordada con otros, y la capitalización por la que optaron otros, convirtiendo deuda en acciones, como el caso de José Fernández, propietario del club. Fue el inicio de un proceso cerrado la pasada semana, cuando el último pago de la deuda subordinada cerró uno de los capítulos más negros del club, llegando a comprometer su supervivencia.

El Sporting nunca deberá olvidar sus años más negros. Los que comenzaron con un adelanto de Gesai de 2 millones de euros para pagar las fichas de sus futbolistas y evitar el descenso administrativo a Segunda B en 2005. Fue uno de los momentos en los que su supervivencia se puso en duda, y no el único. El club fue cumpliendo con el calendario de pagos apoyado en créditos y en un ascenso a Primera División en 2008 de la mano de Manolo Preciado en el que se confió en liquidar la deuda. Tres años después, los números continuaban sin cuadrar, a pesar de que los vinculados al proceso concursal menguaban, según datos oficiales, hasta algo más de 17 millones.

La economía ahogaba a un Sporting que, en 2013, reconocía que su deuda global era superior a 30 millones de euros, de los que 12,5 estaban vinculados a la concursal. Lo hacía por boca de su director general, Alfredo García Amado. Él fue también quien asumió el acuerdo con el fondo Doyen Group, recurso para intentar encontrar liquidez que terminó destapado por "Football Leaks", revelando que había prestado dos millones al club gijonés a cambio de recibir diez.

El Sporting contaba ya por esas fechas con Javier Fernández y Javier Martínez como consejeros e iniciaba una transformación clave para cumplir con los plazos del concurso y evitar la disolución. El ascenso del Sporting de los guajes, en 2015, castigado sin poder fichar dos años por no pagar, fue determinante para alcanzar las grandes cifras del nuevo pastel televisivo. Javier Fernández, en su camino a la presidencia, oficializada en 2016, asumió la parcela económica y prescindió de García Amado. Hace una semana, el club abonaba los 4,4 millones del último plazo de la deuda subordinada, finiquitaba con la Seguridad Social y consignaba la cantidad restante con sus últimos acreedores. El poder del Sporting también se mide en su capacidad de levantarse. Ahora camina sin números rojos por primera vez en doce años.