Más que el camino, el Sporting de Baraja parece haber encontrado el carril de aceleración. Con dos victorias consecutivas, el proyecto gana cuerpo, acecha el play off de ascenso y marca distancias con un Alcorcón que siempre es un visitante molesto. La fría tarde de enero salió redonda para el sportinguismo que vivió una fiesta que le reconcilia con el fútbol. El Molinón celebra la goleada, pero también la nueva versión de un Sporting que ha desterrado el juego directo y que intenta salir tocando, sin caer en lo retórico. El Sporting busca el toque útil y como muestra sirve el segundo gol de ayer, con cuatro pases eléctricos tras un robo de Álex Pérez para la definición impecable de Carmona. La guinda del pastel la puso Baraja con la entrada en escena de Jony, aclamado como hijo pródigo. La línea es correcta, seguimos para bingo.

Rubén Baraja ha cantado el pleno de victorias en El Molinón, con nueve puntos en tres partidos y ha conseguido reconciliar a su equipo con la grada. A pesar de su corto recorrido como técnico, el entrenador del Sporting maneja con soltura el librillo más clásico, con guiños frecuentes a la grada y al vestuario. Ayer, de nuevo, mantuvo al equipo que ganó al Córdoba y lanza a sus futbolistas el contundente mensaje de que la titularidad se gana sobre el césped.

Queda por medir la solidez del nuevo proyecto cuando se aleje del abrigo de El Molinón, después de la mala experiencia de Granada. En ese sentido, el Sporting encara en tres semanas dos salidas exigentes a Lugo y Oviedo que pueden significar la consumación de su regreso a la zona alta de la clasificación. Los síntomas de mejoría son evidentes, como lo es el cambio de estilo, mucho más favorecedor para estos futbolistas.

La prudencia debe guiar el análisis y ponderar que el potencial alfarero baja con la distancia, pero el Sporting regala un primer tiempo espléndido, con el único lunar de no haber matado el partido cuando debió hacerlo. En el primer encuentro con un vacío enorme en el Fondo Norte, que siempre fue la portería de los goles, el Sporting se regala un festín. Y aunque ya nunca se sabrá qué opina Esuperio del regreso de Jony a El Molinón, este esperanzador renacer del conjunto rojiblanco entona el espíritu.

El éxito de la obra se debe también, en gran medida, a sus protagonistas. Además de Jony, ayer regresó Carmona y Santos afianzó su obsesión con el gol y por fin cumplió su promesa a LA NUEVA ESPAÑA de celebrar un tanto escanciando un culín. Próxima parada, el Anxo Carro.

El Sporting salió crecido al partido, impuso un ritmo autoritario y zarandeó a su rival al tiempo que ponía asedio a la portería de Casto. Carmona en dos ocasiones, Calavera, Álex Pérez y Carlos Castro midieron la concentración del portero del Alcorcón, que fue achicando las fugas de agua hasta que terminó siendo alcanzado por el fuego amigo. El enésimo tuya-mía de Isma López y Rubén García generó una falta prometedora en el flanco izquierdo. Carmona, que ya había dejado indicios de que ayer era uno de esos días, lanzó con precisión un balón de dulce. Quien lo tocase, tenía muchas opciones de marcar. Lo hizo Dorca y dejó a su compañero Casto con el molde.

Lejos de conformarse, el Sporting siguió con apetito. Sorprendió Julio Velázquez, quien ya en inferioridad en el marcador dibujó una defensa de cinco. Como si viendo lo que se le avecinaba, quisiera minimizar los daños. El Alcorcón resistió hasta el descanso, pero se venció a la vuelta de camerinos. Álex Pérez salió de la cueva para robar un balón. Carlos Castro se hizo con la pelota con una pillería y abrió el campo hacia la izquierda para la carrera de Rubén, quien le devolvió el balón. El de Ujo orientó ahora a la derecha, dejando a Carmona en un posición envidiable que el balear resolvió con absoluta suficiencia.

La lesión de Calavera cortó un poco el rollo al sportinguismo y el partido entró en una fase de control. El Sporting parecía satisfecho y se limitaba a dominar el escenario, mientras el Alcorcón intentaba estirarse tras la entrada del inquieto Mateo. Rubén Baraja quiso evitar que decayese el ritmo y le dio campo a Jony. La mecha se predió de inmediato y el cohete de Cangas dejó un par de acelerones que encendieron el ánimo. La moto arrancó a la primera y su centro-chut se envenenó para exigirle a Casto la parada del partido.

También el Alcorcón descubrió a Mariño. Primero fue Álvaro Giménez quien no embocó tras un error de Sergio. La gran ocasión la tuvo Mateo. El extremo acudió al remate de un pase de la muerte de Jónathan Pereira, pero Juan Rodríguez fue al suelo para tapar. La pelota salió mordida y Mariño confirmó que estaba en el partido con una mano salvadora.

Tuvo el Sporting dos acometidas más. Primero un intento de gol olímpico de Carmona y, por fin, una nueva aceleración de Jony que sumió a El Molinón en un silencio expectante. El cangués, de natural decidido, dudó y fue ahí cuando la falta de ritmo se hizo manifiesta. La grada sabrá esperar a que Jony vuelva a coger velocidad.

El broche al partido lo puso Santos y su fe inquebrantable. Casto recibió un balón fuera del área y el uruguayo olió a la presa. Cuando el portero quiso reaccionar ya estaba metido en un lío, Santos había rechazado su despeje y corría como una fiera en busca del gol. Para pasar mejor el empacho, el uruguayo escanció un culín que había prometido hace un tiempo.

Ayer no fue martes y esto no es Bélgica, pero el Sporting gana crédito con una receta clásica: gente de la casa para identificarse con la grada y fortaleza en El Molinón. Un prometedor punto de partida, que no parece que fuera tan complicado. A partir de ahí, Baraja ha cambiado el estilo del equipo, que va ganando confianza y presencia al mismo ritmo que se acerca al objetivo. La mano del técnico ya mece la cuna. El Sporting ha vuelto a la línea correcta. Seguimos para bingo.