Lo primero que llama la atención es la entereza de este guaje de 15 años. "Me crucé con la mala suerte en el campo del Roces. No se lo deseo a nadie, pero creo que me ha hecho más fuerte, no sólo para el fútbol, para la vida en general". Sergio Fernández Parra (Oviedo) volvió a nacer futbolísticamente este fin de semana, cuando fue el lateral derecho titular del Cadete A del Sporting que goleó 5-0 al Llano 2000 en Mareo. "Sentí muchos nervios por volver a jugar y una alegría enorme. En el campo, me sentí como antes", explica. Y es que Sergio no jugaba un partido desde finales de febrero de 2017 cuando, en el campo del Roces, intentó alcanzar un balón que se le escapaba. "El jugador del Roces me empujó un poco por detrás y dejé la rodilla clavada". En ese momento empezó un calvario que duró un año entero.

"Fue una sensación horrible. Empecé a llorar porque sabía que tenía algo gordo. No se lo deseo a nadie", relata con un punto de emoción en su joven voz. El resultado de aquel lance fue una rotura del ligamento cruzado anterior. Sergio salió del campo ayudado por su entrenador, Caco Morán, sus padres lo llevaron rápidamente a Mareo para que lo explorasen los médicos del Sporting. Gonzalo Revuelta se percató de la gravedad de la lesión y pidió a la federación asturiana realizar una resonancia magnética que confirmó el peor diagnóstico. La intervención quirúrgica, a cargo de la mutua, la realizó en la Clínica Asturias de Oviedo el doctor Vicente Fernández Moral. "Tuve suerte de que me operaron rápido. Un compañero del Covadonga se lesionó el mismo mes que yo y todavía está esperando para operarse porque no se le cerraron los cartílagos del crecimiento", detalla y casi parece un experto en temas de rodilla.

La operación dio paso a dos meses de rehabilitación en la mutua y al regreso a la tutela de los servicios médicos del club. Sergio y su familia sólo tienen palabras de agradecimiento para el Sporting: "Al club le estoy muy agradecido porque me dio todo el cariño que me podían dar. Gonzalo Revuelta, el médico, me iba a ver a casa y a curar la herida todos los días, el presidente Javier Fernández llamó a mi padre y también lo hicieron Manolo Sánchez Murias, director de la escuela de Mareo, y Rogelio García, el técnico que me fichó para el Sporting".

Sergio apenas tuvo tiempo de disfrutar de su llegada en Mareo. Tras diez años en el Covadonga, este lateral derecho recibió la llamada de Rogelio para incorporarse al Sporting en su primer año de cadete. "Estoy muy contento de jugar en el Sporting porque sé que es una oportunidad muy buena. Jugué la primera vuelta antes de lesionarme y los compañeros, no los puedo tener mejores". La única concesión a la emoción la hace cuando se le pregunta por sus compañeros. "Tuve la suerte de que todos mis compañeros, todos mis amigos y mis familiares me animaron mucho", explica.

El pasado verano, Sergio encaró la última fase de la recuperación. Aún al margen del grupo, hacía una pretemporada para estar al nivel de sus compañeros. Y fue ahí cuando el destino se cebó con él: "Un domingo del verano, estaba con los amigos en la playa, no vi un hoyo, metí el pie y me rompí el menisco de la misma rodilla, la derecha, la buena". Lejos de venirse abajo, el guaje encaró este nuevo revés con una entereza pasmosa. "Después de pasar lo del cruzado, el menisco no fue nada para mí. Ya conocía el proceso de la operación", explica. De nuevo entró en juego el doctor Moral.

Casi un año después Caco Morán dio la lista de convocados para el partido y Sergio aparecía en ella. "Hasta última hora no supe que sería titular. Lo que perdió el fútbol, lo ganaron las notas. Sergio cursa cuarto de la ESO en el instituto Reyes Pando de Oviedo. "En los estudios se notó mucho que tenía más tiempo", bromea. Su prioridad fue siempre volver a jugar y su objetivo ahora está claro: "Quiero ganar el próximo partido, ganar la Liga y tener otra alegría más".