Enrique Castro "Quini" descansa desde ayer en el cementerio de La Carriona (Avilés), el mismo en el que está su hermano Jesús Castro, fallecido hace 25 años tratando de salvar de morir ahogados a unos niños en una playa cántabra. No estarán juntos por una cuestión de burocracia, únicamente estarán separados por unos pasos

El multitudinario funeral celebrado en El Molinón el miércoles antes unas 12.000 personas, dio paso ayer a una íntima ceremonia en el cementerio municipal avilesino, en la que familiares y amigos de El Brujo le dieron el último adiós. Su viuda, Mari Nieves Cañada; sus hijos, Lorena, Enrique, Jorge y Óscar, y su hermano Falo Castro, no pudieron aguantar las lágrimas en tan duro momento: a muchos se les va un ídolo; a ellos, un padre, un hermano, un compañero de vida. Sin embargo, como ha ocurrido desde que se conociera la triste noticia del fallecimiento de Quini, la familia no estuvo sola. Algunos aficionados se acercaron a La Carriona para arropar a los allegados del exfutbolista y recibieron el féretro entre aplausos.

El cariño por la figura de Quini que mostró estos días todo el mundo del fútbol sirvió de consuelo. No había sitio en la tumba para todas las flores que acompañaron a la comitiva, sólo un ejemplo más de las muestras de apoyo que ha recibido la familia Castro en estos duros momentos. Por eso, la familia quiso agradecer a través de la cuenta del Sporting en las redes sociales todo ese apoyo que han recibido: "La familia de Quini, desbordada por las infinitas muestras de cariño recibidas y ante la imposibilidad de poder darle respuesta personalmente a todas, quiere mostrar su más profundo agradecimiento a través de estas líneas: ¡Muchas gracias!".

La ceremonia fue oficiada por el párroco Alfonso Abel, aficionado al fútbol y socio del Sporting, que trató de trasladar a los presentes unas palabras de consuelo. Recitó un pasaje de la Biblia, de San Pablo, que dice que "los atletas se privan de todo; y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible". Y eligió esas palabras porque Quini fue un ejemplo de ello: más allá del futbolista, hubo una persona con unos valores que le han hecho ganarse la corona de convertirse ahora en leyenda. Abel se apoyó además en las palabras de Fernando Fueyo, capellán del club rojiblanco que ofició el funeral en El Molinón. "Tenía un corazón tan grande, que se le paró", señaló en el cementerio de La Carriona. Una vez terminada la ceremonia, la familia de El Brujo visitó también la tumba de Jesús Castro, hermano de Quini, fallecido en 1993 después de salvar la vida a dos niños ingleses que había arrastrado el mar.

Quini creció en Avilés, en el barrio de Llaranes, y en Avilés descansan ahora sus restos. La ciudad no quiere olvidar al ariete, que siempre recordaba con orgullo sus orígenes en el fútbol. El Ayuntamiento ha anunciado que en centro de interpretación del cementerio, el museo que repasa la historia del camposanto y las personalidades que se encuentran en él, tendrá un espacio en memoria de El Brujo, compartido con su hermano y con Yago Lamela.