"Le quiero y le querré siempre por ser mi abuelo y porque para mí será siempre el mejor. Por eso le dediqué los goles". Pablo Ramos de Castro lo lleva en la sangre. El nieto mayor de Quini juega al fútbol, en el equipo alevín del Veriña. Pablín, "el ojo derecho de El Brujo", como muchos reconocen, no faltó este fin de semana al partido que enfrentó a su equipo con, curiosamente, el de la Escuela de Fútbol de Mareo, conjunto formativo vinculado al Sporting. Tampoco faltó con su cita con el gol. Hizo tres de los tantos con los que el Veriña se llevó el triunfo, por 5-4, en el campo de fútbol de Lloreda. No dudó en dedicárselos a Quini.

Quini seguía de cerca todos los partidos de su nieto Pablín. Era habitual que sus salidas de Mareo se justificaran por ir a recogerle en el colegio. Otras veces, era el nieto el que compartía la jornada con el abuelo en las instalaciones rojiblancas. Las esperas por el abuelo, siempre con tiempo para atender a la gente, y por su madre, Lorena, trabajadora del club, eran más amenas pegando patadas al balón en la explanada situada ante las oficinas de Mareo. Junto a Quini también comentaban en casa los partidos de la jornada, el que se pusiera por delante, más allá de los del Sporting. La mirada de devoción de cualquier abuelo hacia su nieto se acentuaba por la pasión compartida del fútbol. "Hay que disfrutar de esto, tú no te preocupes", le comentaba El Brujo, muchas veces, cuando los resultados del fin de semana de su equipo no acompañaban.