Cada uno a su manera, Cultural y Sporting homenajearon a Quini. Los leoneses lo hicieron con fútbol y los rojiblancos con goles, como tributo máximo al mayor especialista de la historia en el área rival. No llegó para el ansiado "jorobu", pero el Sporting lució una eficacia máxima ante la portería de Palatsi, impotente ante el peso de los sentimientos que empujaban a los rojiblancos. Fue Jony quien llevó la voz cantante. Al ritmo eléctrico que marca el cangués, salió el Sporting de la monotonía en la que ha caído su fútbol. En un día en que no se podía fallar, el Sporting envolvió en la red visitante cuatro flores para El Bujo y mandó un puñado de besos al cielo.

Puede decirse que la omnipresente figura de El Brujo fue un argumento más en la victoria rojiblanca. El Sporting hilvana ya unas cifras prometedoras: siete victorias consecutivas en casa, tres triunfos seguidos por primera vez en la Liga y cinco partidos imbatido desde que Mossa profanase por última vez la portería de Mariño en aquel derbi que viró la deriva de ambos. Y sin embargo, queda la desconfianza, la duda por la falta de juego del equipo. No se le puede negar a Rubén Baraja el éxito de los resultados, que se sustenta en una gran fortaleza en El Molinón y en una mejora notable de las prestaciones defensivas. Queda sin embargo, la sospecha de que el equipo da para más, de que se puede ser un poco más atrevido, más valiente e incluso, si se quiere, más refinado en el juego.

El cuarto de hora despachado ayer por Nacho Méndez, es un golpe al mentón del entrenador, que prefiere un centro del campo sin talento creativo, incluso en ausencia de Bergantiños, que se ha confirmado como un buen socio para Sergio. Quizá en un primer momento, a Rubén Baraja le pudo la querencia a protegerse, pero ahora que el equipo ya se ha liberado del lastre hay que exigirle que recupere a Nacho Méndez como un guiño al talento creativo del equipo. Como una apuesta por el buen fútbol.

No le hizo falta ayer demasiada sutileza al Sporting para sacudirse de encima a un rival en apuros. Es curioso el caso de esta Cultural y, más Deportiva que nunca, Leonesa que tiene más juego que jugadores. Rubén de la Barrera ha diseñado un equipo valiente, con un gusto exquisito para el fútbol y capacidad de llegar con salero al área contraria. Le faltan, claro, jugadores de jerarquía. Naufragan los leoneses en las áreas; romos arriba y endebles atrás. Justo al otro lado del espejo aparece el Sporting. Un equipo con más futbolistas que fútbol. Con capacidad para dominar las dos áreas, pero con una angustia vital que le impide adueñarse del centro del campo.

Sea como fuere, el Sporting es ya un cuarto con vistas, que se enfrentará consecutivamente a los dos primeros clasificados. Es ahí donde los rojiblancos deben formalizar su candidatura al ascenso directo. Ése será, sin duda, el gran homenaje a El Brujo.

El segundo gol rojiblanco terminó de resolver el encuentro

Con un descaro impropio de un recién ascendido, la Cultural le perdió pronto el miedo al Sporting y a El Molinón. Los leoneses, a pesar de participar de los homenajes a Quini desde la grada, se mostraron irreverentes y dispuesto a amargarle la fiesta al sportinguismo. Muy pronto se vieron las virtudes de un equipo que se ha ganado el respeto del fútbol de plata por su atractiva propuesta. La Cultural gestionaba el balón con más pericia y criterio que los rojiblancos. Sergio y Santana fracasaron en la batalla por el centro del campo y la atención comenzó a fijarse en el área de Mariño.

Con muchos menos argumentos, el Sporting encontró el atajo al gol. Palatsi logro despejar primero una volea con la izquierda de Carmona tras un rechace de su defensa, pero hasta ahí llegó el portero visitante. El Sporting aprovechó las virtudes de la Cultural, que cayó víctima de su propia esencia. Señé arriesgó absurdamente un balón en su zona de tres cuartos. Carmona le robó la cartera, condujo la pelota hasta que aparecieron desmarques y lanzó a la carrera de Jony. El de Cangas del Narcea demostró ser un tipo de palabra. Jony le hizo una promesa a El Brujo, que todos podemos intuir, y parece empeñado en cumplirla. El extremo resolvió con finura, hincó las rodillas y lanzó un beso al cielo.

No se desordenó la Cultural, que siguió llevando el peso del partido, mientras el Sporting ponía las ocasiones. En un ataque visitante, el Sporting robó y corrió. Fue Santos el que lanzó a Jony para que midiese las piernas del centrocampista de la Cultural Sergio. En primera instancia aguantó el envite, pero cedió al doble amago del cangués, que dio el pase de la muerte para la llegada de los otros estiletes. Rubén García dejó pasar la pelota liberándose del último defensa y Carmona remachó en un gesto extraño con el exterior del pie derecho. El balear dedicó unos gestos a un sector de la grada que le había reprochado alguna frivolidad anterior.

El segundo gol rompió definitivamente el partido. Rubén de la Barrera entró en ebullición con una serie de cambios de eminente vocación ofensiva. Fue así como la Cultural despertó a Mariño, que acudió puntual a cada cita. Baraja refrescó el ataque y dio campo a Nacho Méndez, Nano Mesa y Pablo Pérez. Los tres fueron determinantes en el tramo final del partido. En particular el centrocampista del filial, el único capaz de discutirle al rival el dominio de la pelota. Fue Carmona quien apareció de nuevo para meter un centro preciso al punto de penalti. Pablo Pérez rompió el maleficio que le perseguía con un cabezazo picado y celebró su primer gol del curso como una liberación.

La guinda la puso Nano Mesa, otro que se estrena. Nacho Méndez leyó un pase de la Cultural, recuperó la pelota y sirvió el cuarto en bandeja de plata al delantero canario, que le hizo los honores. La expectativa entonces pasaba por el esperado "jorobu". Jony lo intentó con un buen disparo con la zurda y lo acarició Pablo Pérez con una volea ajustada al poste.

La emoción volvió con el pitido final que desvió al cielo la mirada de todo el estadio. El Sporting le dedicada una goleada al mejor delantero de la historia. Y el sportinguismo se aferra al espíritu de Quini para volver a soñar con el ascenso directo y para intentar endulzar el largo y empinado camino a Primera. Y todo porque tú te lo mereces, Quini.