Sumida aún una parte de la afición en la borrachera de goles que se logró ante la Cultural, el optimismo se ha disparado a tales niveles que no son pocos los sportinguistas que a día de hoy no se conformarían con entrar en playoff. Y es que así es este deporte y así es el sportinguismo, donde se pasa de la euforia a la depresión en menos de lo que tarda Jony en recorrer su banda izquierda.

Hay que ver lo que ha cambiado el panorama desde aquella última vez en la que Mariño tuvo que recoger el balón del fondo de su portería. El portero gallego tiene ante sí ahora la oportunidad de poder sobrepasar registros en las manos y en los guantes de ilustres nombres de la historia de este club. Pero como él mismo reconoció, mantener la portería a cero no es sólo mérito de quien se sitúa bajo sus palos.

Es la misma filosofía que mantenía nuestro añorado Enrique Castro ‘Quini’ cuando afirmaba que sus goles, eran mérito también de los grandes jugadores que le rodeaban. Y es que ese Brujo que ahora contempla a su equipo desde el cielo, por más que le llenasen la cabeza con alabanzas más que merecidas, nunca dejó de tener los pies en el suelo.

Sería bueno que tanto Baraja como sus jugadores hiciesen lo propio y no cayesen en la autocomplacencia por una sucesión de buenos resultados (quizás no tanto de juego), que lo “único” que han posibilitado es el devolver al equipo a la lucha por el ascenso. Algo que no es poco ni mucho menos, sobre todo si tenemos en cuenta de dónde veníamos. Pero conviene no olvidar que era a lo mínimo que se aspiraba antes de comenzar la temporada.

Así que con los pies en el suelo, con la máxima humildad de quien aún no ha conseguido nada, pero también con la máxima confianza en nuestras posibilidades, es como se debe afrontar el siguiente partido este próximo lunes en Huesca, ante el líder. Allí nos esperará un Rubi, que a pesar de no atravesar su mejor momento con el equipo oscense, seguro que querrá demostrar a más de uno el error de no haber querido darle continuidad en Gijón. Un Huesca que en El Alcoraz no ha perdido un solo partido en lo que va de temporada. Es de hecho el único equipo de la categoría que permanece imbatido en su feudo. ¿Por qué no iba a ser el Sporting el primero en poder lograrlo?

Habrá quien no obstante diera también por bueno el poder sumar un punto en Huesca, supeditado luego a conseguir ganar al Rayo en El Molinón. Aquí nunca está demás recordar aquella manida sentencia de que los puntos valen lo mismo se logren donde se logren.

Pero sí que es lógico apuntar a estos dos próximos partidos como clave a la hora de afrontar esas diez últimas jornadas de la temporada, donde uno de los mayores sabios que ha dado el fútbol patrio, Don Luis Aragonés, decía que se resolvían los campeonatos. Y le sobraban razones y ejemplos para afirmarlo.

De momento lo que toca es centrarse única y exclusivamente en el partido que nos medirá al conjunto azulgrana. Para ese choque, Baraja espera recuperar al menos a Guitián. Con quien podrá contar seguro es con Bergantiños, que volverá tras haber cumplido su partido de sanción. La duda que sin embargo planea en el aire es si el máximo rival que puede tener el mediocampista de La Coruña es el canario Hernán Santana o el canterano Nacho Méndez. Un debate más en el seno de la afición que otra cosa, porque lo más probable es que no exista para el que manda, que es el entrenador. Como tiene que ser.

Aunque para debate el que se ha abierto ahora con el tema de si procede o no el rebautizar a El Molinón, tal y como había aprobado el propio Ayuntamiento. En ese sentido, una de las personas que más conocía y que mayor devoción tenía por el Brujo, el capellán del Sporting Fernando Fueyo, lo ha dejado claro: la decisión se tomó quizás demasiado en caliente y puede que hubiese sido más acertado el dejarla madurar un poco más.

Sólo cabe esperar que este asunto no nos lleve una vez más a perder de vista lo verdaderamente importante que es ganar en Huesca (y después al Rayo) y que por supuesto, no lleve a ningún tipo de desunión entre los aficionados sportinguistas. Sería lo último que hubiese deseado el propio Quini.

Post Scriptum: es en los entrenamientos donde uno se gana el puesto en el once titular o como mínimo, un lugar en la convocatoria. Los entrenadores casi nunca gustan de lanzar piedras contra su propio tejado. Más que nada porque casi siempre les toca luego pagar las tejas rotas.Post Scriptum: