Nació en Madrid y lleva viviendo toda su vida en la capital, pero la sangre rojiblanca, nunca mejor dicho, se impuso en los sentimientos de José Manuel Frías. "Recuerdo que en el colegio todos iban con Juanito y Santillana, pero yo me pedía siempre a Quini, y mis amigos no me entendían", comenta el presidente de la Peña Real Sporting Madrid, que acaba de cumplir 48 años de vida en la capital de España. Frías lleva cinco años al frente de una peña con medio centenar de socios, donde están representadas personas nacidas en varias provincias españolas, pero en la que todos o bien por vínculos familiares o simplemente por quedar prendados del sentimiento rojiblanco.

Su padre nació en la localidad aragonesa de Sabiñánigo, pero se hizo del Sporting tras casarse con una vecina de Cangas del Narcea, que le pegó la afición al Sporting junto a Roberto Menéndez, un amigo de Salas que conoció en Madrid, que era muy amigo de Danny Daniel, y que fue uno de los presidente de la veterana peña rojiblanca de Madrid.

Con todo ese ambiente sportinguista en su casa, José Manuel Frías creció y disfrutó del Sporting. A su 49 años preside la peña, y confía en que este año se consiga el ascenso. "Baraja es un entrenador muy inteligente", reconoce, mientras explica que los partidos los viven con tensión en su nueva sede, Casa Garrido, en el barrio de Tetuán. "El Sporting siempre nos saca una sonrisa", relata.

José Manuel Frías recuerda que hasta hace dos años eran la única peña del Sporting en la capital del país, pero reconoce que el Sporting siempre ha sido un equipo muy querido. "Prácticamente en todos los campos nos respetan", reconoce, antes de poner como ejemplos algunos de sus viajes para ver al Sporting en su juventud. "Guardo mucho cariño a la final de Copa del Rey en Valladolid. Aunque perdimos y pasé mucho frío, el simple hecho de estar ahí era muy importante. Igual que la que jugamos en el Vicente calderón", señala.

De pequeño creció en la capital adorando a Quini, un ídolo que llegó a conocer en persona ya que se pasó por alguna fiesta de la peña, y también porque le recuerda al Sporting de hace décadas, con el que tantas anécdotas vivió. "Fui a verlos al famoso partido suspendido en Puertollano ante el Calvo Sotelo, era un niño aún y jugaba incluso junto a los banquillos. Y aquel día la Guardia Civil me cogió y me guardó con ellos cuando empezó a saltar toda la gente por encima", destaca antes de recordar que "antes ver al Sporting desde Madrid era una odisea, ahora no me pierdo ningún partido".