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Técnico de fútbol base

El error humano

Hay que valorar la recuperación de Barba y el trabajo de Nano Mesa

El error humano

Hasta el ser humano más perfecto comete errores todos los días: cruza semáforos en rojo, atraviesa el parque por donde no se puede pisar el césped o mira hacia otro lado para evitar saludar al que viene enfrente. Errar es la mayor demostración de humanidad que conocemos. Uno de los fallos que más tendemos a cometer es, sin duda, no valorar lo que tenemos. Hombres y mujeres que, durante toda su vida, dedican más tiempo a codiciar el bien ajeno antes de cuidar el suyo propio. Supongo que, en el fondo, nadie quiere del mismo modo lo que tiene como aquello que en su día no pudo conseguir. No es más, no es menos, es diferente.

Hace ya más de dos meses que el Sporting salió derrotado por última vez. A alguien que en aquel primer fin de semana de febrero contemplara esta situación le hubiera costado horrores salir indemne de una discusión sobre su salud mental.

En una categoría que, cada siete días, se empeña en demostrar que la lógica no es más que una bonita palabra esdrújula, el conjunto de Baraja ha encadenado nueve victorias y un empate, concediendo apenas dos goles en ese periodo de tiempo. Valorémoslo.

Valoremos lo que supone contar con el, indiscutiblemente, mejor portero de la categoría. Diego Mariño es el guardameta con el que todo equipo desearía contar; da puntos, gana partidos, posibilita ascensos. Valoremos el paso adelante de un Federico Barba que ha vuelto a mostrarse como un central imperial. Un coloso capaz de rendir en diferentes escenarios, de brillar en varios aspectos del juego, con una mezcla de poderío y tranquilidad siempre agradecida por el resto de la línea defensiva. Las últimas actuaciones del italiano hacen que por la cabeza pase aquello que nos contaban en el colegio sobre el huevo y la gallina: ¿Fue causa del equipo el bajón de rendimiento de Barba o fue el paso atrás de Federico lo que tanto daño hizo al Sporting?

Valoremos el trabajo de un Nano Mesa. Apenas un tercio de año en Gijón le ha bastado para ganarse el cariño de una grada que reconoce como nadie cada carrera del canario para robar un balón o tapar una línea de pase rival.

Pero, sobre todo, más allá de las individualidades, siempre tan importantes en el mundo del fútbol, valoremos el que, en mi opinión, es el gran éxito de Baraja: Volver a hacer del Sporting un equipo. Un equipo con ideas propias, carácter, entrega y esa dosis de fortuna divina (¡cómo te lo debes estar pasando, Brujo!) que siempre debe acompañar en los buenos momentos. Un equipo capaz de superar el "respiro", casi lógico, de Jony, su jugador emblema desde la llegada del extremo.

Siempre se puede mejorar, claro. Como el resto de seres humanos, futbolistas y entrenadores cometen errores todos los días de su vida. Podemos pensar en tener más el balón, juntarse, descansar con él. Podemos pensar muchas cosas, pero qué bonito sería aprender a valorar lo que uno tiene. Y disfrutar, con todos sus errores, del fútbol. De la vida.

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