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Madrugó el campanu

El Sporting no tuvo mucho fútbol, pero tampoco le hizo falta

A los dos minutos de abrirse la veda asomó el campanu en el Pisuerga. El Sporting echó la caña al río de Valladolid y al primer intentó picó el pez. Fue Rubén García, que cambió el papel de asistente por el de definidor, el que puso la mosca en su bota para llevar a la red un servicio preciso de Nano Mesa, que no es Santos, pero ofrece al ataque rojiblanco una alternativa anarquista de guerra de guerrillas.

No esperen de Mesa la más mínima concesión a la academia. Este futbolista es un agitador que hace del incordio su munición y que se maneja con destreza en el cuerpo a cuerpo y la triquiñuela. Poco más, pero a estas alturas más que suficiente. En el ochenta pudo rematar la faena en una arrancada prodigiosa que culminó con un disparo a las nubes tras dejar varios cadáveres en el camino. Si bien es cierto que eso ocurrió segundos después de que Mariño, indiscutiblemente el arquero más en forma de la categoría, sacara una mano salvadora a Mata que hubiera supuesto el reparto de puntos.

No tuvo más el Sporting, o apenas poco más, pero tampoco le hizo falta. Ni sufrió un asedio sofocante ni un continuo bombardeo de artillería sobre su área chica. Y el fuego cruzado, cuando lo hubo, fue resuelto con solvencia por los centrales. Este Valladolid tiene al "Pichichi" Mata, a Borja en la sala de máquinas y poco más. A Barba, muy sobrio toda la tarde, le tocó la peor pareja de baile de la fiesta, pero el nueve pucelano, un martillo pilón, no le sacó los colores al italiano ni en el tango agarrado ni cuando se soltó en el amago del twist. Para redondear la faena, el zaguero sacó bajo palos en el descuento una que se colaba sin remedio.

Barba fue el mejor dentro de un once defensivamente muy aseado en el que destacó una jornada más la Línea Maginot que sujetan, con disciplina férrea de alambrada, Sergio y Bergantiños. La medular rojiblanca es pura disciplina cuartelera en la que el de Avilés ejerce de sargento implacable y el gallego asume las funciones de chusquero.

Ahora que Gijón celebra en abril 30 Días en Bici, puede decirse que el Sporting lleva dos meses subido a la moto. En ocasiones, de alta cilindrada. Ayer le bastó con una Vespino de paseo para despachar a uno de los gallitos de la categoría, a la vista salta que venido a menos.

Pese a la estrechez en el marcador, nunca peligró el triunfo. Cuando el Pipo dio entrada a Jony para jugar la baza del pánico dimos por segura la cercanía de una victoria que el cangués pudo redondear con una vaselina que se le quedó ligeramente corta.

En pleno Gijón Sound, a este Sporting le va la marcha: máquina total. Aunque es de justicia reconocer que en este partido al once de Baraja le faltó rock and roll, como a los platos sosos de los aspirantes de "Masterchef".

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