La única persona que hace temblar los brazos y espalda del portero más en forma de Segunda División se llama Daniela, cumplirá un año en unas semanas y es la hija de Diego Mariño Villar (Vigo, 9-5-1990). "Lleva unos días pachucha y sólo quiere `colo´ (cuello, en gallego)", comenta el guardameta del Sporting en su encuentro con LA NUEVA ESPAÑA en Mareo. Es de verbo fácil, no tiene prisa cuando toca hablar de fútbol y transmite la misma confianza que inspiran sus paradas.

"Este año estoy teniendo la suerte de que, cada vez que aparezco, ayudo al equipo a empatar o a ganar. Eso es lo importante y lo que te reconforta. Al final, cuantas menos veces intervengas, mejor, porque es buena señal._Significa que estás defendiendo bien. Aquí todo el mundo está implicado, comprometido en dejar la portería a cero y minimizar al rival._Eso ayuda aunque lo que más nos gusta hacer a los porteros, al menos a mí, es parar", dice el vigués sobre su extraordinario momento de forma. Si tuviera que quedarse con una parada esta temporada, lo tiene claro: "La de Cádiz ha sido la mejor. Fue bastante estética, bastante bonita, muy televisiva. Además, sirvió para responder en un campo difícil en un momento clave".

Mariño también desvela cómo se prepara antes de los partidos, de si sus paradas son más fruto de la intuición o del estudio previo del rival. "Un poco de todo. Como portero creo más en estar uno mismo preparado, que en hincharme a vídeos del rival, aunque me gusta tener una idea general de lo que te vas a encontrar. Veo imágenes de penaltis, córners, faltas y jugadas puntuales que, por alguna razón, tienen tendencia a repetirse. Es información que debes conocer, pero no te tiene que condicionar. La parada de Valladolid, por ejemplo, la ensayamos el día antes del partido. La media vuelta de Mata solía repetirse", asegura.

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