El Sporting de Baraja no pudo prolongar en Zaragoza la racha de imbatibilidad que había iniciado tras la derrota en el último derbi, y que le había servido para auparse a lo más alto de la clasificación; liderato que tan solo cedió tras el empate en Cádiz. Ahora, a falta de cuatro jornadas, el traspiés en La Romareda ha desplazado al conjunto sportinguista de las dos primeras plazas que dan pasaporte directo a Primera.

Queda así el Sporting a expensas de lo que hagan su contrincantes directos; esto es: Huesca y Rayo. Dos equipos que en la actualidad disfrutan de sendas rachas de victorias consecutivas: cuatro para los oscenses y cinco para los madrileños.

Lo mejor en estos casos es una vez más olvidarse del resto y centrarse en el partido que uno tiene que afrontar. Y es que además mucho cuidado con pensar que el partido de este sábado ante el filial blaugrana será un mero trámite.

Porque en estas jornadas donde ahora sí, se puede decir que todo son finales, la del Sporting se podría catalogar como una final contra un filial de alto riesgo. De altísimo riesgo.

Cualquiera que se haya tomado la molestia de analizar las estadísticas del equipo catalán, se habrá topado con unos números como visitante nada despreciables. Con esos 20 puntos logrados fuera de casa por el equipo que entrena desde finales de abril García Pimienta (el entrenador que más años lleva en La Masía), supera por ejemplo los guarismos de Numancia, Oviedo y Valladolid; por citar a tres equipos que se encuentran inmersos en otras batallas muy distintas a la de la salvación, que es por la que pelea en estos momentos el Barça B. Y por supuesto no hace falta recordar el partido de la primera vuelta, que supuso a la postre la destitución de Paco Herrera.

Con toda seguridad durante toda la semana el ´Pipo´ Baraja incidirá a los suyos sobre el riesgo que podría conllevar vender la piel del oso antes de cazarla. Y volverá también muy probablemente a requerir todo el apoyo de la grada. Un afición que debería estar además ya sobre aviso a cerca de lo que se puede encontrar el sábado, después de las dos últimas citas en El Molinón Enrique Castro ´Quini´, donde se lograron dos victorias sufriendo mucho más de lo que algunos hubieran apostado a priori.

Es por ello que con el lleno casi garantizado, el llamamiento al sportinguismo ha de ser el de que desde el primer minuto el estadio vuelva a rugir como en los dorados tiempos del ´Sporting de los guajes´. Y que ese minuto 9, sirva de inspiración para el resto del partido.

El público siempre se ha dicho que es soberano y que tiene derecho a expresar su disconformidad, cuando está en desacuerdo con lo que ve. Cierto. Pero no en estas dos últimas finales que habrán de celebrarse en nuestro estadio. Ahora no es el momento. Ahora sólo queda ir a muerte con el equipo; con todos y cada uno de los jugadores que visten la elástica rojiblanca y ser así de verdad ese jugador número 12 que en muchas ocasiones la afición del Sporting ha demostrado poder llegar a ser.

Y luego ya, después del partido y ojalá metidos de nuevo aunque sea sólo provisionalmente en zona de ascenso, que sean Huesca y Rayo los que sientan nuestra presión. La presión de El Molinón.

Post Scriptum: no se ha hablado mucho del tema más allá de redes sociales, pero podría decirse que el responsable de la Liga en determinados estadios parece padecer de cierta hipoacusia, o al menos, de no tener su oído tan afinado como en otros.